Triunfo Arciniegas
Los casibandidos
3 de julio de 2015
Esta es la nueva tapa de mi amado libro, Los casibandidos que casi roban el sol, editado en México por Fondo de Cultura Económica, cuando recién comenzaba la colección "A la orilla del viento", dirigida por Daniel Goldin. Ya van más de veinte años y este libro sigue rodando por el mundo. Qué maravilla. En la tapa, en primerísimo plano, "Los casibandidos", por supuesto. Luego, el protagonista de "La escopeta de Petronio", y al fondo, "El árbol de candela", que ya es canción y obra de teatro. Va todo mi agradecimiento a los lectores.
Podría decirse con este libro comenzó mi pasión por México, aunque los latinoamericanos llevamos a México en las venas desde la misma infancia. Las películas que veía mi padre y las canciones que oía mi madre venían de la que alguna vez fue la región más transparente del aire.
Había una canción sobre un hombre que sembró una flor y la regaba con lágrimas de sus ojos y lluvia que cae el cielo. Me imaginaba al hombre abriendo el ojo sobre la flor. Ahora, siempre que voy a México, aparto el final de un día para pasar por la Plaza Garibaldi, a un tiro de piedra del Palacio de Bellas Artes: saboreo un tequila, uno solo, y me quedo escuchando a los mariachis. Allí, de regreso del carnaval de Veracruz, pasé uno de mis últimos cumpleaños.
Ya en la adolescencia, después del cine y las rancheras, vino Juan Rulfo. Y con Rulfo en la cabeza fui a México. Y seguí yendo, año tras año, de mes y medio a tres meses, de pronto dos veces al año. Conocí la hospitalidad de la gente, su lenguaje, su comida. Creo que la mayor experiencia ha sido su particular manera de ver la muerte. Fui a México pensando que era inmortal y volví a casa con la certeza de que me iba a morir. Así de simple es la cosa.