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| Mendigos Ciudad de México, 2012 Foto de Triunfo Arciniegas |
Triunfo Arciniegas
García Márquez en Bellas Artes
22 de abril de 2014
Qué destino. Tanta gloria para terminar en manos de dos políticos, Juan Manuel Santos y Enrique Peña Nieto. Eso pensé anoche del homenaje a Gabriel García Márquez en Bellas Artes, donde solo pasan los grandes de este mundo. Y me estoy refiriendo solamente al escritor, por supuesto. La piedad del tiempo se encargará de borrar de la memoria de los hombres a los otros dos, que terminarán figurando, cada vez más desdibujados, en las páginas oficiales de los apolillados libros de Historia.
"Gloria eterna a quien más gloria nos ha dado", dijo Juan Manuel Santos anoche, en Bellas Artes, en el homenaje que México entero le rindió a uno de sus más queridos huéspedes, uno que ya era tan mexicano como cualquiera. ¿Qué publicista o hacedor de discursos le inventó la frase al presidente? Nunca se sabrá. ¿Y qué pensará el escritor fantasma ahora que su frase le está dando la vuelta al mundo?
Sin embargo, el discurso de Santos no fue gran cosa, una pieza hecha a su medida, elaborada por un experto, desde luego: lo que el presidente diría, ni más ni menos. Pero el discurso de Peña Nieto es un lunar, una mosca en la leche. Se trata de una pieza redonda, precisa, pulida, fruto de días y tal vez semanas de trabajo. ¿Creen que el presidente tiene tiempo para estos asuntos tan poco rentables? Peña Nieto no es capaz de mencionar tres libros seguidos. No lee. ¿Creen que un tipo que no lee conoce la fecha exacta de la muerte de sor Juana Inés de la Cruz? ¿Qué escritor fantasma le inventó el lunar? Mientras leía el discurso en Bellas Artes, solo pensé en un muchachito de colegio al que su papá le había hecho la tarea.
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