Bioy Casares
Dos o tres mujeres para ser feliz
Sin
despeinarse nunca Adolfo Bioy llevó una vida muy atareada: tenis por la mañana,
amores por la tarde, lecturas y literatura a cualquier hora y para cenar, como
plato único, Borges en su propia salsa. Cazar mujeres al ojeo y ser muy
querido, al margen de los libros, fue su primer oficio. En una reunión de
amigos una noche en casa del escritor Mastronardi, exclamó: "Genca está
poderosísima". Se trataba de Silvia Angélica, una adolescente, sobrina del
propio Bioy. Él reparó por primera vez en su extraordinaria belleza y al día
siguiente la hizo su amante. Fue una historia de tantas, sin duda la más
obsesiva, pero Bioy estaba siempre con el arma cargada en estado de revista y
por sus brazos pasaron innumerables mujeres, casadas y solteras, unas muy finas
y otras bataclanas. El escritor en el descapotable en la puerta trasera del
teatro, con un cigarrillo Lucky Strike en los labios, esperando a la primera
actriz o a una hermosa corista, es uno de sus perfiles. A veces jugaba una
simultánea, como en el ajedrez, con dos o tres amores al mismo tiempo. En una
partida avanzaba un peón, en otra se comía un alfil, en otra hacía jaque mate.
-Cuando
tuve una sola mujer, realmente fui muy infeliz. Con dos o tres me iba mejor.
Parece que lo adivinaban y me mimaban para no perderme. No me considero un
hombre inmaduro. Tal vez he sido un donjuán para protegerme. Cuando jugué a la
verdad, a entregarme del todo a la persona que quería, esa persona
inmediatamente me dominaba y me castigaba.
..
Manuel Vicent
Póquer de ases
Madrid, Alfaguara, 2009, págs. 65 y 66
Lea, además
No hay comentarios:
Publicar un comentario