sábado, 31 de agosto de 2024

Novedades / Otoño de 2024




Retrato de la autora Lydia Davis.THEO COTE (EDITORIAL ETERNA CADENCIA)

Cuentos, romances, divorcios y distopías con elecciones de fondo: la narrativa internacional del otoño de 2024

Las novedades de ficción extranjera incluyen este otoño grandes nombres como Margaret Atwood, Mircea Cărtărescu, Sally Rooney, Michael Cunningham y Anne Michaels


ANDREA AGUILAR
30 AGO 2024 - 22:28 COT

El principio de curso impone un ritmo frenético con recados pendientes, quehaceres y distintos grados de nostalgia posvacacional: es la cuesta de septiembre, mucho menos publicitada que la de enero. Puede ayudar con esto el nuevo volumen de microrrelatos de la escritora y traductora estadounidense Lydia Davis, Esa gente que no conocemos (Eterna Cadencia, septiembre). Tildada de “escritora de escritores”, Davis es una de las más inteligentes, singulares y divertidas autoras, capaz de conmover y hacer reír en relatos que a veces apenas superan el









También llegan en este último cuatrimestre de 2024 los 15 nuevos cuentos de Margaret Atwood reunidos en Perdidas en el bosque (Salamandra, noviembre). Se trata de la primera novedad de la canadiense desde Los testamentos, la novela continuación de la distopía de El cuento de la criada, convertida en la última década casi en una lectura pop. Siete de los nuevos relatos de Atwood siguen la historia de una misma pareja a lo largo de décadas de matrimonio. Y sin salir del universo del cuento llega el 30 de septiembre para animar el arranque del otoño el volumen que reúne siete relatos de Donald Antrim, Otro Manhattan (Chai editora), considerada la mejor obra hasta la fecha de este amigo y compañero de generación de David Foster Wallace y Jonathan Franzen. El nuevo libro es probablemente la manera ideal de acercarse a este peculiar y brillante autor. Mucho más conocido por el gran público es Amor Towles, el autor de Un caballero en Moscú, que regresa a la mesa de novedades a mediados de septiembre con la media docena de cuentos situados en Nueva York en torno al año 2000, que componen Mesa para dos (Salamandra).

El escritor rumano Mircea Cărtărescu, en la Feria del Libro de Turín de 2024.MARCO DESTEFANIS (ALAMY / CORDON PRESS)

Uno de los grandes temas de los próximos meses serán las elecciones presidenciales en Estados Unidos y llegan algunas obras de ficción que tocan desde otro prisma en mayor o menor medida este asunto. Las horas antiguas (Gatopardo, septiembre), de Michael Bible, se adentra para hablar del nihilismo y la rabia en el corazón de un pueblo donde un joven quiso quemarse a lo bonzo en una iglesia. En Este mundo ciego (Sexto Piso, septiembre) Jesmyn Ward narra la desgarradora historia en primera persona de una esclava. Y la nueva novela de David Leavitt, A resguardo (Anagrama, septiembre), se detiene con su habitual ironía en una pareja acaudalada de Nueva York, que tras la victoria de Trump en 2016 decide remodelar una casa en Venecia.


Es precisamente en la ciudad de los canales donde transcurre El amante sin domicilio fijo, la novela de Fruttero & Lucentini, el gran dúo de editores y traductores del sello Einaudi que acabó escribiendo historias de ficción, en este caso, de amor, recuperadas por Siruela en octubre. Encuentros y desencuentros de pareja no faltarán en las novelas que están por llegar en los próximos meses. Sally Rooney, en su Intermezzo (Literatura Random House, septiembre), parte del duelo por la muerte de un padre para contar la historia de dos hermanos y sus parejas. La sueca Carolina Setterwall arranca Todo saldrá bien (Seix Barral, octubre) con un divorcio buscado por la protagonista, a quien todo se le volverá en contra. El archivo de los sentimientos (Acantilado, octubre) del alemán Peter Stamm tiene por protagonista a un documentalista que retoma después de mucho tiempo un romance con una cantante famosa, y esta revolución pondrá en cuestión ese orden que tanto se ha afanó en crear. También quiere reencontrar a su amor de adolescencia el anciano barón protagonista de la nueva novela del húngaro László Krasznahorkai, ganador del premio Formentor 2024 y una de las voces más interesantes del panorama centroeuropeo. El barón Wenckheim vuelve a casa (Acantilado, septiembre) narra de forma coral el regreso a su Hungría natal del aristócrata del título tras haber triunfado y haberse arruinado en Argentina, las voces de unos y otros irán contando su historia. El rumano Mircea Cărtărescu aborda en Theodoros (Impedimenta, septiembre) el ascenso de un despiadado emperador cuya historia-río incluye batallas, milagros y aventuras.

El escritor Laszlo Krasznahorkai, en una imagen sin datar.MIRCO TONIOLO (AVALON / CONTACTO)


Por su parte, la danesa Solvej Balle se estrena ante el público en español con el sucinto e inquietante Sobre el cálculo del volumen I (Anagrama. noviembre), la primera entrega de la siete que conforman una serie con la que triunfa en medio mundo. Una pareja de libreros de viejo protagonizan esta historia en la que acaban atrapados en el tiempo, viviendo un mismo día, aunque solo ella se percata. Inquietante y abiertamente distópica es la novela ganadora del Booker en 2023, del irlandés Paul Lynch, El cantar del profeta (Alfaguara, octubre): una saga familiar en un estado totalitario protagonizada por una madre de cuatro hijos, cuyo esposo es arrestado. También llega en estos meses Termush (Impedimenta, septiembre) la novela que escribió el danés Sven Holm sobre un desastre nuclear y el refugio en el que consiguen salvarse un grupo de multimillonarios. La llegada de otros supervivientes forzará el equilibrio del grupo.


Pero la distopía que aún tenemos en mente, la que nos toca más cerca, es el encierro de la pandemia y ese es precisamente el marco de las novelas Los vulnerables (Anagrama, septiembre) de Sigrid Nunez y el regreso del autor de Las horasMichael Cunningham, con Día (Lumen, septiembre). Nunez trae humor y un cierto choque generacional a su historia, mientras que Cunningham vuelve a jugar con el reloj al narrar su historia un mismo día en tres años consecutivos: 2019, 2020 y 2021.


Y si de grandes regresos se trata, la canadiense Anne Michaels saca El abrazo (Alfaguara, septiembre), una novela en la que vuelve a hacer gala de su capacidad para hilvanar historias que atraviesan espacio y tiempo, en este caso desde 1902 hasta 2025, segmentadas pero unidas por una sensibilidad y un tono que no fuerza el enganche de una pieza con otra. Igualmente alabada por la crítica ha sido La impostura (Salamandra, octubre) la nueva obra de ficción de Zadie Smith, una historia que se remonta al siglo XIX londinense, con una trama de impostores y un sensacional juicio de por medio.


EL PAÍS



Un personaje / Charlotte Rampling

 


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CORDON PRESS


Charlotte Rampling, la seducción continúa a los 70 años

Icono de cine y de moda, celebra sus 70 años con su primera nominación a los Oscar por la película 45 años mostrando arrugas y los ojos más enigmáticos del cine.


CARLES GÁMEZ
17 FEB 2016 - 03:37 

Hace cincuenta años Charlotte Rampling asomaba fugazmente su rostro por primera vez en la pantalla en la película The Knack y cómo conseguirlo (Richard Lester, 1965) uno de los títulos que configuraron la nueva cultura juvenil en los agitados años del Swinging London. Junto a ella, otra joven debutante llamada Jane Birkin, a la que esperaba a la vuelta  de la esquina el director italiano Michelangelo Antonioni y la película talismán Blow Up. Cada una, a su manera, acabarían convirtiéndose en iconos, modelos femeninos transgresores y símbolos de un estilo y de una  modernidad que el paso del tiempo no ha dejado de revalorizar. Y el título compartido de las actrices británicas más francesas del 

El pasado cinco de febrero la actriz cumplió 70 años y los celebró con su primera nominación al Oscar a Mejor Actriz gracias a su papel en la película 45 años  (Andrew Haigh, 2015), un poderoso drama de trazos íntimos al lado del veterano actor británico, Tom Courtenay. A la celebración cinematográfica se sumaba la publicación de sus memorias, Qui je suis (Grasset), un emocionado texto donde la actriz expone por primera vez y de forma pública pasajes de su infancia y su juventud, señalados por momentos dolorosos como el suicidio de su hermana Sarah cuando tenía 21 años o misteriosos, como el descubrimiento de unos diarios ocultos escritos por su madre, Isabel  Anne Gurteen, un personaje de novela de F. Scott Fitzgerald que sacrificará su vida al casarse con un militar de la OTAN, Godfrey Rampling, héroe deportivo de las Olimpiadas de Berlín de 1936.

Charlotte Rampling atravesó la década de los sesenta como uno de los rostros luminosos e iconoclasta centro de atracción. Actrices como Julie Christie, Vanessa Redgrave, Sarah Miles, Rita Tushingham representaban entonces un soplo de aire fresco alejadas del modelo típico de las estrellas de Hollywood. Su primera gran oportunidad la tuvo lugar al otro lado del Canal de la Mancha gracias al director Luchino Visconti –una especie de segundo padre para ella– que la sumerge en ese gran fresco histórico, La caída de los dioses (1969), sobre la  ascensión del Nazismo en la Alemania de los años treinta; Charlotte fija ese modelo de belleza elegante, de perfil aristocrático y lado misterioso moldeado por el creador italiano y padrino artístico. La actriz coincide con el actor Dick Bogarde con  el que volverá a encontrarse en el explosivo Portero de noche (Liliana Cavani, 1974), un cuento de seducción y sadomasoquismo  que proyecta su imagen  de actriz transgresora. La fotografía de la actriz  semidesnuda con uniforme nazi se convierte en uno de los iconos de la década de los setenta junto con la pareja Marlon Brando y Maria Schneider de El último tango en Paris.

Luchino Visconti, Charlotte Rampling y Helmut Berger en 1969.
Luchino Visconti, Charlotte Rampling y Helmut Berger en 1969.CORDON PRESS

No será ésta la única ocasión donde la actriz encienda las alarmas de las tribunas más conservadoras, sus desnudos fotografiados por Helmut Newton marcaron un hito en la fotografía de moda y rompen con los clichés de los clásicos desnudos protagonizados por las actrices para Playboy y otras publicaciones similares. Newton sublima en el  poderoso desnudo de la actriz ese estilo bautizado como porno-chic  que acabará contaminando los magazines de lujo y ha llegado hasta nuestros días. Fotógrafos como Peter Lindbergh, Alice Spring, Juergen Teller  o Bettina Rheims intentaron desvelar esa mirada misteriosa que Dick Bogarde había bautizado como The Look, el mismo título que Lauren Bacall, década atrás había recibido para su debut cinematográfico. Una cualidad física, esa mirada encriptada, que la actriz en todos estos años no se ha cansado de desmitificar refiriéndose a ella como «una particularidad física» pero que ha acabado formando parte de su leyenda como estrella enigmática.

‘Rotten to the core’, Charlotte Rampling, 1965.
‘Rotten to the core’, Charlotte Rampling, 1965.CORDON PRESS

Diva a contracorriente, Charlotte Rampling ha construído una carrera cinematográfica señalada por el cine de autor sin renunciar a grandes producciones como la fábula de ciencia ficción Zardoz – formando pareja con Sean Connery–, El veredicto junto a Paul Newmann o como heroína de cine negro, Adiós, pequeña, entrando en el Olimpo femenino de heroínas de cine negro junto a Lauren Bacall, Barbara Stanwick, Gloria Grahame y otras femmes fatales. A medio camino entre París y Londres, Rampling se convirtió en la actriz fetiche de directores como François Ozon o el malogrado director teatral Patrice Chereau en su debut cinematográfico, La carne de la orquídea.  El director Nagisa Oshima potenció su lado más transgresor en Max, mon amour, en una vuelta de tuerca del cuento fantástico de la bella y la bestia. Frente a otras estrellas que han visto apagarse su carrera en ese tránsito siempre delicado entre la madurez y la vejez, Rampling ha conseguido iniciar una segunda y brillante etapa profesional trabajando con directores como Lars von Trier (Melancolía) o afrontando papeles arriesgados como  la protagonista de Hacia el sur (Laurent Cantet, 2006), en la que interpretaba a una mujer practicante del turismo sexual en Haití.


A sus setenta años Charlotte Rampling forma parte de esa generación de mujeres  que por primera vez  han subvertido los códigos de la seducción transformándola en algo mucho más profunda y reflexiva. Una mujer madura que expresa –y ejerce con su experiencia–  su poder femenino de seducción sin esconderlo ni camuflarlo. Que piensa más en su vida que en los años que cumple…

Cartel de ’45 años’, la película que le ha valido la nominación.
Cartel de ’45 años’, la película que le ha valido la nominación.CORDON


EL PAÍS 



viernes, 30 de agosto de 2024

Un libro / Tren a Samarcanda, de Guzel Yájina

 

Portada de 'Tren a Samarcanda', de Guzel Yájina.

Tren a Samarcanda

Guzel Yájina
Traducción de Joge Ferrer
Acantilado, 2024
600 páginas. 32 euros


‘Tren a Samarcanda’, de Guzel Yájina, una odisea desesperada en el país de los soviets

La escritora tártara Guzel Yájina describe el reto de salvar a 500 niños enfrentados al frío y al hambre en el ambiente asfixiante de un convoy a Samarcanda tras la Revolución Rusa


Distribución de comida a la población hambrienta en la estación de Samara (Rusia), en 1921, tras la Revolución Rusa.ARCHIVE COLLECTION / ALAMY / COR
JOSÉ MARÍA GUELBENZU
13 AGO 2024 - 22:30 COT


Esta novela es el relato de una odisea. Estamos en Rusia, en el año 1923, seis años después de la toma del palacio de Invierno. Aún luchan el Ejército Rojo y la Guardia Blanca, el país sufre una hambruna aterradora, el saqueo y el bandidaje campan a sus anchas por el inmenso territorio y miles de niños huérfanos sobreviven en las peores condiciones. Un comandante del Ejército Rojo y una bolchevique representante de la Comisión de la Infancia deben hacerse cargo de 500 huérfanos enfermos o depauperados, recogerlos en Kazán y llevarlos a Samarcanda, 4.000 kilómetros a recorrer en seis semanas, para salvar sus vidas. El comandante Dáyev es un soldado del Ejército Rojo, valeroso, joven y curtido en la guerra; “Le gustaba la vida y no le gustaba la muerte; sin embargo, todos los años que le había tocado vivir los había pasado revolcándose con la muerte como una mosca en un tazón de leche, incapaz de salir de ella”. La camarada Bélaya es una mujer revolucionaria dura y recta que no duda en aplicar las normas que considera adecuadas para cumplir su misión; su rectitud la convierte en un personaje complejo y también tierno, cuando la situación se tensa.

La autora narra con un realismo rayano en la desesperación los problemas de conciencia de los mayores y la inconsciencia elemental e inocente de unos niños desamparados o enfermos 

La novela es una recopilación de los horrores que un movimiento revolucionario y la guerra que lo sigue provocan en el género humano. El horror de semejante situación afecta decisivamente tanto a los dos responsables del convoy como a los adultos que los acompañan, pero así como ellos aún disponen de discernimiento sobre la permanente amenaza que los acucia, los niños carecen de él, su única y salvaje preocupación es combatir el mismo frío y comer la misma bazofia. La autora diferencia con habilidad ambos frentes y narra con un realismo rayano en la desesperación los problemas de conciencia de los mayores y la inconsciencia elemental e inocente de unos niños desamparados o enfermos que no disponen de recurso alguno para procesar lo que les está ocurriendo.

Todos los niños han sido de un modo u otro abandonados por sus padres: o bien han muerto o bien no pueden alimentarlos ni cuidarlos. Las escenas que Guzel Yájina relata al lector son estremecedoras por extraordinariamente realistas y detallistas, lo que hace que la crueldad, el dolor y la desesperación que contienen afecte a la totalidad de este relato que se desarrolla en el ambiente asfixiante del tren, un convoy de desecho apresuradamente recogido para cumplir con la misión.

Los principales enemigos de la expedición son la hambruna, el rechazo, la incomprensión de las autoridades, los bandidos y la desesperanza. El arrojo y la valentía del comandante Dáyev son puestos a prueba ante cada dificultad en un país donde la sociedad de los hombres ha desaparecido bajo el caos. Los nuevos representantes del poder carecen de organización, de manera que sólo cabe la voluntad para solucionar cada conflicto, siempre sujeta a decisiones improvisadas. Poco a poco, el sentido de la compasión de Dáyev se topa con la bienintencionada firmeza pragmática de una Bélaya que choca a menudo con su jefe. El camino va siendo sembrado de cadáveres infantiles enterrados a lo largo de las vías y los nuevos pasajeros. El viaje tocará fondo al paso del convoy por el desierto que sigue a la llegada al mar de Aral. Una cita es suficiente: “En las afueras de Dzhagalasha vieron una familia. Los padres estaban tumbados junto a las vías a la sombra de un carro mientras los niños, dos gemelos, se arrastraban por las vías del tren. Dáyev se dispuso a pegar una buena bronca a los adultos por su desconsiderado comportamiento, pero no pudo hacerlo porque ambos estaban muertos”.

La insistencia en el horror acaba siendo tan agobiante que la historia desmaya a veces por reiterativa; llega un momento en el que el horror ni avanza ni retrocede, solo se repite

Guzel Yájina ha trabajado sobre la información existente cerca de esta desgraciada época con una eficiencia y un tesón admirables; ha utilizado recursos expresivos como monólogos, delirios y fantasías intercalados en la acción, ha construido una ficción estremecedora, ha pulido con verdadero talento creador las figuras de los dos personajes principales y de los secundarios y ha exprimido su imaginación para dar vida a esta terrible historia de dolor e inhumanidad. El resultado es tan conmovedor como insuficiente literariamente hablando, y esto último por una razón: la insistencia en el horror acaba siendo tan agobiante que la historia desmaya a veces por reiterativa; llega un momento en el que el horror ni avanza ni retrocede, sólo se repite. El exceso de anécdota maniata la narratividad de la novela, lo que no empequeñece el esfuerzo de la autora, formidable según el significado de este adjetivo: “Que produce asombro y miedo”, según el diccionario.

Escena por escena hay momentos y sucesos de una intensidad y un lirismo (si se puede hablar del lirismo del dolor, del hambre, de la desesperación) extraordinariamente elocuente, de una exigencia literaria, una fuerza expresiva y un análisis de la condición humana en la más endurecida adversidad que merece una detenida lectura porque en este mundo, hoy, se están produciendo ante nuestros ojos realidades de degradación humana que no desdicen del contenido de este relato ni cabe atribuirlas sólo a baños de sangre y barbaries pasadas sino también a nuestra más avanzada civilización hoy en día.


EL PAÍS 




Un libro / Rituales de apareamiento, de Margarita Borrero





Camilo Jiménez Estrada
26 de agosto de 2024

El primero me sacó una sonrisa. El segundo me puso a cantar. Con el tercero lloré cuatro veces, una por cada lectura. Con el cuarto me incomodé. El quinto me sorprendió por la técnica… y así hasta “Álbum familiar”, el último relato de esta colección, que el año pasado ganó el Premio Nacional de Cuento de La Cueva. Cada uno de estos cuentos está perfectamente calibrado para generar emociones diversas en el lector, convirtiendo el libro una memorable experiencia de lectura.

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jueves, 29 de agosto de 2024

Un libro / Mar en calma y feliz viaje, de Bette Howland

 





Mar en calma y feliz viaje, 

la mirada sobria y cargada de dolor de Bette Howland

Recuperados los relatos de la escritora estadounidense, a medio camino entre la crónica de costumbres, el relato autobiográfico y el ensayo personal



DANIEL GASCÓN
20 JUN 2024 - 22:30 COT


Bette Howland (Chicago, 1937-Tulsa, 2017) publicó tres libros en un decenio: la novela autobiográfica El pabellón 3 (1974, editado en castellano por Tránsito en 2017), que partía de su internamiento en una planta psiquiátrica, la colección de cuentos Blue in Chicago (1978), y las tres novelas cortas reunidas en Things to Come and Go (1983). Obtuvo las becas Guggenheim y McArthur, pero su carrera y su existencia fueron erráticas. En 1999 publicó la nouvelle ‘Mar en calma y feliz viaje’ en una revista. Era una escritora olvidada hasta que Brigid Hughes, la directora de la revista Public Space,encontró una de sus obras en una librería de viejo en 2015. Hughes buscó a la escritora, que para entonces vivía en Tulsa con su hijo y padecía demencia y esclerosis múltiple. Encontró un centenar de cartas de un amigo de toda la vida de Howland y amante ocasional, Saul Bellow (Howland se intentó suicidar en casa del autor de Herzog).Hughes ha recuperado la obra de Howland: reeditando El pabellón 3 primero y después, en 2019, la antología Mar en calma y feliz viaje.

miércoles, 28 de agosto de 2024

Casa de citas / Suzanne Jill Levine / Tres encuentros con Neruda


Suzanne Jill Levine

TRES ENCUENTROS CON NERUDA


El momento culminante de aquella visita a Venezuela fue la invitación a un elaborado banquete al mediodía (que comenzaba casi a las tres de la tarde) en honor del gran Pablo, en la mansión contemporánea de varios niveles del novelista Miguel Otero Silva, que no sólo era rico sino, muy a la moda, miembro del Partido Comunista. Emir y yo admiramos la gran escultura de una mujer desnuda reclinada de Henry Moore en el jardín de uno de los muchos niveles modernos; me impresionó y, en mi inocencia fiscal, casi me sorprendió que una obra de un artista contemporáneo tan famoso fuera propiedad privada de alguien. Fue entonces cuando aprendí el término “comunista de champán”.

El café de la mañana

 


ARCHIVO - Esta fotografía del 22 de mayo de 2014 muestra granos de café arábigo
ARCHIVO - Esta fotografía del 22 de mayo de 2014 muestra granos de café arábigo cosechados el año previo y almacenados en una plantación de café en Ciudad Vieja, Guatemala.
  
(Moises Castillo / Associated Press)


¿Ese café que nos servimos por la mañana? Tiene 600.000 años de antigüedad.

Maduro cerca a la oposición con policía, jueces y discursos

 


VENEZUELA

Maduro cerca a la oposición con policía, jueces y discursos

El régimen de Nicolás Maduro sigue atrincherado casi un mes después de las elecciones presidenciales de Venezuela: el aún presidente mantiene que ganó las elecciones, pero no publica las actas que lo probarían.

El chavismo ha puesto en marcha la llamada “furia bolivariana”, un conjunto de tácticas para controlar e intimidar a los críticos, al mismo tiempo que ignora la presión internacional:

  • La Fiscalía de Venezuela llamó a declarar este lunes al candidato de la oposición, Edmundo González, por haber publicado en su web las actas que demostrarían su victoria electoral. González no ha acudido y ha recibido una nueva citación para el martes.
  • También ha aumentado la represión en las calles y se han ampliado los procedimientos policiales y judiciales. Esto incluye la creación de un Consejo Nacional de Ciberseguridad que puede penalizar contenidos en grupos de WhatsApp. Ya hay más de 2.400 presos, incluida una docena de periodistas.
  • Maduro aparece en varios mítines a la semana, además de en sus programas televisados, para denunciar un supuesto complot golpista y fascista.

Un libro / Tres mujeres, de Lisa Taddeo


Lisa Taddeo


‘Tres mujeres’, un pequeño gran ensayo que analiza con honestidad las derivaciones del deseo femenino

El deseo es ese huracán que desata los más carnales instintos. En su último libro, ‘Tres mujeres' (nominado al Libro de no ficción del año de los British Book Awards y al Libro internacional del año de los ABIA), la periodista Lisa Taddeo plasma el modo en que una generación de mujeres estadounidenses vive –y disfruta, y padece– la pasión a partir de las historias reales de tres de ellas


Ocho años de trabajo y seis vueltas completas a Estados Unidos después, la periodista Lisa Taddeo publica por fin su gran obra sobre el deseo femenino en el país de las oportunidades. No esperen grandes estudios sobre la materia, ni reivindicaciones de corte feminista, ni siquiera una excelsa muestra poblacional que avale alguna de sus tesis. Efectivamente, tampoco hay tesis más allá de la que el lector, por cuenta propia, desee extraer. Afortunadamente, tiene material de sobra para hacerlo.

En Tres mujeres, editada por Principal, Taddeo sigue la estela de maestros del oficio, como Gay Talese (La mujer de tu prójimo fue, precisamente, el punto de partida de su periplo), y sale a la calle en busca de testimonios reales de mujeres cuyas vidas, de alguna manera, se hayan visto marcadas por ese sentimiento tan complejo llamado deseo. “Pasé mucho tiempo buscando a la gente. Fue la parte más dura. Muchas abandonaban el proyecto, otras se mudaban... tras semanas o meses hablando con ellas. Una vez encontré a Lina, por fin sentí que sabía qué tipo de obra quería escribir”, cuenta, desde su casa de Litchfield County, en Connecticut.

Lo que imaginaba convertido en una obra coral, con decenas de testimonios, acabó transformado en tres centenares de páginas alrededor de las más honestas y descarnadas reflexiones ofrecidas por tres féminas: Maggie (que creyó vivir una relación sentimental con un profesor en el instituto y, al denunciarlo años después, acabó señalada por la comunidad local mientras él era considerado un héroe y una víctima), Lina (cuyo marido se negaba a besarla en la boca o acostarse con ella, por lo que acabó reconectando con un novio de instituto que le proporcionaba un absoluto placer en lo sexual y muchísima ansiedad en lo emocional) y Sloane (una mujer acomodada que, por iniciativa de su marido, practicaba sexo en grupo y también ella sola con otros hombres, pero sufría moralmente). “Lo cierto es que, en última instancia, yo no las elegí. Estaba hablando con más de una veintena de mujeres, pero estas tres fueron las que me eligieron a mí. Es muy difícil conseguir que la gente cuente sus intimidades sobre el sexo, especialmente cuando van a estar publicadas en un libro. Pero ellas simplemente abrieron su interior. Se sentían bien compartiéndolo, y yo también las hacía sentirse bien. Por eso... están aquí”, defiende.

VOGUE



martes, 27 de agosto de 2024

Casa de citas / Emily Dickinson / La muerte del padre

 


LA MUERTE DEL PADRE

CUANDO EL PADRE DE EMILY DICKINSON MURIÓ, ella tenía cuarenta y tres años. El acontecimiento aparece como una terrible conmoción en las “Cartas”. La única nota que sobrevivió de Dickinson a su padre fue escrita justo antes de su muerte y está en blanco:

Querido Padre—

    Emily—

Entre el saludo y la firma, señalan los editores, hay dos agujeros hechos con alfiler. Sugieren que la nota contenía un objeto, probablemente una flor, que ya no está. La siguiente carta del volumen es de Dickinson a sus dos primas más jóvenes, Louisa y Frances Norcross, y cuenta la historia de cómo los hijos de Dickinson recibieron la noticia de que su padre había muerto:

Papá ya no vive con nosotros, vive en una casa nueva. Aunque se construyó en una hora, es mejor que ésta. No tiene jardín porque se mudó después de que se hicieran los jardines, así que le llevamos las mejores flores y, si supiéramos que él lo sabe, tal vez podríamos dejar de llorar.

Dickinson no asistió al entierro de su padre y, según las “Cartas”, nunca visitó su tumba, aunque sus hermanos sí lo hicieron. Una amiga suya, Elizabeth Holland, arrancó una ramita de trébol de la tumba y se la dio a Emily, quien la estrujó entre las páginas de su Biblia. Una carta puede, en efecto, como le escribió Dickinson a Higginson, parecer inmortal, pero hay algo profundamente elegíaco en este circuito de intercambio: la flor que ahora falta en la nota a su padre, el hecho brutal de que él no pueda recibir las flores que ahora le traen sus hijos, la flor preservada de la tumba que nunca fue visitada. Las cartas hacen circular esos rastros de materia orgánica, aunque implícitamente se quejen de sus insuficiencias.


“When Emily Dickinson mailed it in “

The New Yorker, 21 de agosto de 2024