viernes, 20 de marzo de 2015

Triunfo Arciniegas / Diario / Plagiarios III


Triunfo Arciniegas
PLAGIARIOS III
20 de marzo de 2015

La entrada quedó elegante pero el tema es duro y hasta cruel. La escritora Verónica Murguía, con toda razón, acusa de plagio al muy conocido novelista español Arturo Pérez-Reverte. El 10 de noviembre de 1997, Verónica Murguía publicó en  una modesta revista mexicana que ya no existe, “El laberinto Urbano”, la singular y dolorosa crónica de un perro callejero, “Historia de Sami”. Muy bien escrita, con ritmo, con gracia, desde la primera frase hasta la última. Me encanta. Al año siguiente, el 15 de marzo, Pérez-Reverte publicó la misma historia en “El Semanal” con otro título: “Un chucho mejicano”. Se fusiló la historia sin vergüenza alguna y ahora la incluye en su libro “Perros e hijos de perra”, con algunas frases exactas o parecidas y otras recreadas. Se trata del mismo perro tuerto, en las mismas calles de miseria de Ciudad de México, de los mismos personajes, del mismo accidente y de la misma clínica. Pérez-Reverte ambientó la cosa en una cantina, con tequila y consabidos mexicanismos. La anécdota se la cuenta otro famoso plagiario, Saltiel Alatriste, pero el novelista ni siquiera cita al plagiario: no le concede la caridad de unas comillas. Y tampoco cita a la autora del texto original: apenas la menciona como una de las personas que le dan su ayuda al perro.
En esta “elegante” entrada, ustedes mismos pueden leer el texto de Verónica Murguía  y más adelante pueden confrontarlo con el texto de Pérez-Reverte. Raúl Herrera y Laura Leucona han hecho un trabajo preciso. Y al final, pueden leer el texto completo de Pérez-Reverte. Aquí no se inventa nada, aquí nos atenemos a los hechos. Lo escrito, escrito está, dicen por ahí. Un enlace los puede remitir al lúcido análisis de Alberto Chimal.
Al justo reclamo de Verónica Murgía, Pérez-Reverte responde con la altanería propia de los plagiarios (léase Alatriste, léase Bryce Echenique, léase Paz) y de los leones que comen corderos. La frase es de Octavio Paz. Acusado de fusilar las ideas de Rubén Salazar Mallén para su más famoso libro, “El laberinto de la soledad”, Octavio Paz contestó con soberbia: “No estoy en contra del plagio cuando la víctima desaparece. Ya se sabe que el león se alimenta de corderos”. Lo mismo hubiera dicho Camilo José Cela, que plagió a una profesora, una total desconocida, y se ganó el premio Planeta en 1994. ¿Tienen idea de cuánto fue el robo?
Lean, al final de la entrada, las palabras de asombro e indignación del Pérez-Reverte. Lean, por ejemplo, esta frase: “Hablar de plagio en un asunto como éste, cuando un escritor refiere lo que le han contado, cita el nombre de la fuente y cita el nombre de una protagonista de la historia, me parece una irresponsabilidad temeraria y un absurdo disparate.” Y no olviden las comillas, por favor. Tampoco olviden el título del libro de Pérez-Reverte, “Perros e hijos de perra”. No dejo de pensar que en este caso el título se ha vuelto contra el autor.
En fin, pulsen el enlace.




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