María Luisa Bombal |
María Luisa Bombal
19 de septiembre de 2013
María Luisa Bombal todavía es un secreto, una escritora
marginal, como Felisberto Hernández o Julio Garmendia. En Chile, su país, le
negaron el Premio Nacional. Escribió un par de novelas, La amortajada y La última
niebla, y unos pocos cuentos, antes de los veintiocho años, y se silenció
hasta su muerte, a los setenta años.
No sabía escoger a
sus hombres. Primero se enamoró de un aviador que no le correspondió, un tal
Eulogio Sánchez. Atormentada, se pegó un tiro con el revólver del mismo
Eulogio. Pero su puntería era tan mala como los mismos hombres que escogía. Le
quedó una cicatriz en el cuello. Luego lo pensó mejor: con otro revolver le
pegó tres tiros al mismo Elogio. Desgraciadamente no lo mató. “Me arruinó la
vida pero nunca lo pude olvidar”, dijo María Luisa Bombal. Luego se casó con el
pintor homosexual Jorge Larco. Neruda y Borges, tan sabios como para no
pretender su amor, la contaban entre sus afectos.
“El árbol” sin duda es el mejor cuento de María Luisa Bombal.
Resplandece en cualquier antología. Una obra maestra.
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