sábado, 9 de abril de 2011

La prueba


Triunfo Arciniegas
LA PRUEBA

Me miró con lástima cuando le dije que estaba dispuesto a cumplir la prueba de cortar a medianoche una rosa de su jardín. El rumor de la desaparición de sus novios sólo era una calumnia más de las mujeres que envidiaban su hechizadora belleza. Los perros ladraban furiosos, reluciendo sus amenazantes colmillos y tensando sin piedad las cadenas, mientras la mujer me conducía de la mano hasta la puerta. Hizo un gesto y los perros escondieron el rabo entre las piernas y se enroscaron como serpientes. Lejana y sin memoria, cerró la puerta y pasó el cerrojo. No quiso saber de mis ansias y mis pasos por esta tierra de nadie. Me refugié, invisible, en el bar de Osiris y las horas se desgajaron con dolorosa lentitud. Volví a la medianoche, arrojé la cuerda y salvé el muro del jardín. Corté la rosa y entonces los perros me rodearon sin hacerme daño porque ya era uno más, con rabo y colmillos. Mientras me revolcaba de dolor sobre la tierra, entendí que el mensaje de sus ladridos no era de amenaza sino de advertencia, y escuché el llanto de la mujer en el fondo de la casa.

Triunfo Arciniegas
Noticias de la niebla
Ediciones Gato Negro

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