miércoles, 15 de octubre de 2025

Cuando la dignidad era costumbre

 


CUANDO LA DIGNIDAD ERA COSTUMBRE

Cuando era presidente, De Gaulle consideraba que el dinero público debía permanecer sagrado.

En el Palacio del Elíseo se negaba a que el Estado pagara cualquier gasto personal.

Su esposa, Yvonne de Gaulle, llevaba un pequeño cuaderno en el que anotaba meticulosamente todos los gastos familiares: electricidad, comida, ropa, jabón…

Cada mes, hacía un cheque al Tesoro Público para reembolsar esos gastos privados.

Un día, el contable del Elíseo le dijo que no era “necesario”. Ella respondió:

“Señor, todo lo que no es público es privado, y lo que es privado, lo pagamos nosotros.”

Incluso sus hijos y nietos no tenían derecho a utilizar los coches oficiales para asuntos personales.

Rechazaba los privilegios de su cargo (pagaba sus facturas personales en el Elíseo, hasta el costo del jabón y de las comidas familiares).

Rechazó el salario presidencial, viviendo únicamente de su pensión como general.

A su muerte, no poseía ninguna fortuna, solo su casa en Colombey-les-Deux-Églises, comprada antes de la guerra.

Se cuenta que incluso enviaba cheques al Tesoro Público cuando creía que algún gasto privado podía haberse pagado por error con dinero del Estado.

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