Esta niña polaca, nacida en 1928, fue deportada al campo de concentración de Auschwitz junto con su madre en diciembre de 1942, como parte de la represión contra los ciudadanos polacos. Apenas unos meses después, el 18 de febrero de 1943, Czesława fue asesinada los 14 años con una inyección de fenol en el corazón.
La icónica fotografía que la muestra con un rostro aterrado fue tomada por Wilhelm Brasse, un prisionero obligado a trabajar como fotógrafo en Auschwitz. Años después, Brasse relató que, antes de ser fotografiada, un guardia la golpeó brutalmente en la cara, dejándole un hematoma visible en su labio. La niña, que ni siquiera hablaba alemán, se encontraba completamente sola tras la muerte de su madre en el campo.
Décadas más tarde, la artista brasileña Marina Amaral restauró y coloreó la fotografía original en blanco y negro, dándole un impacto aún mayor y ayudando a que su historia llegara a nuevas generaciones.
Czesława Kwoka se convirtió en símbolo de los más de 250.000 niños asesinados en Auschwitz, recordándonos la crueldad del Holocausto y la importancia de preservar la memoria histórica.


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