LA KATANA DE BEATRIX KIDDO
Cuando Quentin Tarantino comenzó Kill Bill, quería que la katana de Beatrix Kiddo no fuera solo un accesorio brillante, sino algo digno de su historia. Así que en lugar de fabricar una réplica de utilería, decidió encargar una espada auténtica. Se la pidió al maestro japonés Yoshindo Yoshihara, uno de los últimos artesanos de katanas tradicionales en activo, cuyo trabajo sigue las mismas técnicas que se usaban hace más de 400 años.
La hoja fue forjada con acero real, pulida a mano durante semanas y firmada con el sello del maestro, como si fuera una obra ceremonial. Solo se fabricaron unas pocas para el rodaje, y Uma Thurman usó una de ellas en las escenas de primer plano, mientras que las de combate eran réplicas más ligeras.
Tarantino decía que tener un arma real en el set cambiaba la energía de todo el equipo: “Nadie se atreve a bromear cuando Beatrix entra en cuadro”. Aquella katana, nacida del metal y la disciplina japonesa, terminó siendo casi un personaje más de la película.
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