CONFESIONES VERGONZOSAS
12 de marzo de 2022
Le creo más a Petro que a una novia que tengo y que me salió más fácil que la tabla del 2. Pasa una semana conmigo y la siguiente con otro. Va de fiesta en fiesta, de hombre en hombre, y tiene el descaro de enseñar en las redes las fotos de "sus nuevos mejores amigos". En ese sentido, se parece a los políticos, que van donde más sople el viento, aunque lo suyo no son precisamente las alianzas.
Promesera, ni se diga. Promete más que populista en campaña. Promete jardines y no aparece ni con una pinche flor. Promete trenes y no aparece ni con una bicicleta. Promete que seremos felices en un país de aguacates y banderas rojas.
Es traicionera, mentirosa, egocéntrica, infiel. Aunque ya ha traicionado a otros y seguirá haciéndolo hasta el fin de los tiempos, jura que me ama mucho. Que en su corazón sólo hay amor. Que todo va a cambiar. Que todo será transparencia, renovación y cambio. Su poderosa lengua desmorona todos mis argumentos. Soy un hombre débil y, con los años, uno pierde la vergüenza y la dignidad.
Y por último, no crea en todo lo que lea. ¿Lo sospechó en el párrafo anterior? No me llevo bien con los cuernos. Me duele la cabeza cuando me los ponen. Ni ciervo ni siervo. Prefiero los demonios de la castidad antes que los desvaríos de una infiel. Me quedo con los delirios de la soledad y la malparidez del tedio en vez de la tormenta de los celos. Jamás andaría con esta clase de mujer ni mucho menos votaría por una así.
Ni por el putas.
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