martes, 8 de marzo de 2022

Casa de citas / Antonio Muñoz Molina / Las gafas de Bábel

 




Antonio Muñoz Molina
LAS GAFAS DE BÁBEL

A Isaac Bábel, que era un judío pequeño, desmañado, muy miope, gordito, un funcionario de la policía secreta o un carcelero de la Lubianka le quitó las gafas y se las pisoteó, dejándolo medio ciego e inválido hasta el día de 1940 en que lo fusilaron, después de semanas de interrogatorios y torturas. Lo habían encarcelado, le habían arrebatado lo único que tenía, quince carpetas con manuscritos de cuentos y cuadernos de diarios que desaparecieron para siempre. Pero no les bastaba con quitárselo todo: también tenían que romperle las gafas, tal vez para consumar así un agravio escolar, la burla inveterada del grandullón soberbio, la humillación del cuatro ojos que al quedarse sin gafas se queda aún más perdido y frágil en el mundo. Las gafas de Bábel, tan imposibles de hallar como sus manuscritos, pertenecen a la arqueología de los horrores sepultados del siglo, pero que ahora nos acordemos de ellas es también un indicio menor de restitución. Una gran parte de la obra de Isaac Bábel está perdida, pero en Estados Unidos han vuelto a traducirse todos los relatos que tuvo tiempo de publicar antes de que lo callaran y lo mataran, y también el diario que escribió en 1920, mientras era corresponsal de guerra en un regimiento de cosacos, un gordito con gafas que apenas sabía sostenerse encima de un caballo y era víctima frecuente de las bromas crueles de sus compañeros de armas.


No hay comentarios: