jueves, 31 de marzo de 2022

Casa de citas / Shakespeare / El invierno de nuestro descontento

 



William Shakespeare
EL INVIERNO DE NUESTRO DESCONTENTO

Ya el invierno de nuestro descontento, el sol de York ha transformado en un glorioso estío, y las nubes, terror de nuestra casa, yacen sepultadas en las hondas entrañas del océano. Las guirnaldas de la victoria ciñen nuestras frentes y las melladas armas penden como trofeos. Las rudas alertas se han trocado en alegres reuniones y las siniestras marchas en regocijados bailes. Los guerreros, sin las arrugas en la frente, en vez de cabalgar caparazonados corceles para espantar el ánimo  de los feroces enemigos, practican ágiles cabriolas en las habitaciones de las damas al compás de un un lascivo laúd. 

Pero yo, que no nací para el retozo ni hago la corte al amoroso espejo. Yo, groseramente construido y sin la majestuosa gentileza para pavonearme ante las damas de libertina desenvoltura. Yo, desprovisto de todo encanto por la pérfida naturaleza, deforme, prematuro, terminado a medias, tan imperfecto y torpe que los perros ladran a mi paso. En estos tiempos de paz y regocijo, no hallo delicias para matar el tiempo, salvo espiar mi sombra al sol y discurrir sobre mi propia deformidad. 

Y así, como ser amado para entretener los agradables días no es posible, he decidido portarme como un villano y odiar los placeres de estos tempos. He urdido asechanzas y planes arteros, secundados por torpes profecías, libelos y sueños, para crear odio moral entre mi hermano Clarens y el monarca...


William Shakespeare
Ricardo III, Acto I, Escena Primera




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