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Triunfo Arciniegas
MONTEADENTRO
Bostezan mujeres gordas
la soledad del sexo,
baten la lengua, rajan,
comen prójimo,
descansan sus adiposas nalgas
sobre el cemento caliente de la acera.
Malogradas, esquivas, distantes
de los gestos benévolos,
deshacen matrimonios y desvirgan niñas,
auguran catástrofes y dudan de la dicha,
dando por cierta la más leve sospecha.
Se estiran sus sombras
en el tedio de la tarde,
suben por las paredes
sus cabellos hambrientos.
Ya noche se recogen,
tiznadas de amargura,
espían por las rendijas,
siguen comiendo prójimo.
Hasta dormidas destilan su veneno.
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