Yoko Ogawa
HOTEL IRIS
Mari, una muchacha de diecisiete años que ayuda a su madre en la gestión de un modesto hotel familiar cerca de la playa, en la noche escucha los gritos de una mujer que sale medio desnuda de una de las habitaciones imprecando a un misterioso hombre de avanzada edad. Este, imperturbable, le manda callar con unas palabras tajantes. La autoridad con que las pronuncia tiene el efecto de un hechizo en la joven, que se siente inmediata e irresistiblemente atraída por él. Algunos días después, lo encuentra por casualidad y siente la necesidad de seguirlo. El hombre es un traductor del ruso con un pasado oscuro —su mujer murió en circunstancias extrañas— que vive en una solitaria villa de una isla casi desierta. A partir de ese encuentro, nace entre ellos una turbia relación, y la casa del hombre se convierte en un inquietante lugar de transgresión íntima.
“Me había desnudado con gran habilidad: se había mostrado brutal sin descuidar los detalles, me había humillado sin perder en ningún momento la elegancia. Me despojó de la ropa del mismo modo que un experto perfumista deshojaría una rosa, tal como un joyero abriría una ostra para extraer de ella una perla”.
“Cerré los ojos, porque de ese modo percibía de manera mucho más vivida hasta qué punto era vergonzoso el trato al que me sometía”.
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