martes, 26 de agosto de 2025

Un poeta / Fernando Charry Lara


Fernando Charry Lara

Benhúr Sánchez Suárez
AHÍ, LA MUERTE SIEMPRE

Sin la muerte, la vida sería muy aburrida, creo haberle escuchado decir a Fernando Charry Lara en aquel memorable viaje que realizamos de Bogotá a Ibagué y a Neiva, en el Encuentro de la Cultura Hispanoamericana, realizado a finales de 1983. Estuvimos, en un acto de lecturas en el teatro Tolima, Eutiquio Leal, el poeta español Conrado Blanco, Fernando y yo. Viajamos para ratificar que el encuentro tenía como eje fundamental la palabra, el español que nos hermana con la península, y la creación literaria. 

Luego nos desplazamos a Neiva, con la compañía atenta y siempre generosa de Polidoro Villa Hernández, como representante del Banco de la República, uno de los patrocinadores del Encuentro.

Nunca olvidaré que Fernando, cuando nos dirigíamos en un carro alquilado hacia Neiva, solicitó al conductor entrar a Aipe y detenernos en su pintoresca plaza principal. La razón de ese inesperado cambio de itinerario fue su íntimo deseo de reencontrarse con ese paisaje, que permanecía en su interior quizás desde su infancia, y serenar sus raíces con la villa de sus mayores, a la cual nunca más pudo regresar. Fue entonces cuando supimos que sus padres eran huilenses, de Aipe, y, para mayor sorpresa nuestra, que su progenitor había sido el autor de la famosa Cartilla Charry, con la cual habíamos aprendido a leer la mayoría de los colombianos.

Aunque era Bogotano de nacimiento, donde había nacido en 1920, no dudo en creer que su sentido pausado de la vida, sin los afanes de la popularidad, y la cantidad escasa de su obra, tuvieran que ver con sus orígenes calentanos, sus raíces huilenses. Y aunque era un cachaco integral, de boina y gabardina, la generosidad de su espíritu viajaba a la sencillez y la aridez de ese territorio que un día encontró en el petróleo la manera de decirle adiós a la villa humilde de sus ancestros.

La obra de Fernando Charry Lara se concretó en los libros Poemas (1944), Nocturno y otros sueños (1949), Los adioses (1963), Pensamientos del amante (1981) y Llama de amor viva (1986). También publicó un volumen de ensayos que tituló Lector de poesía (1975). El año anterior, la Universidad de Antioquia le otorgó el Premio Nacional de Poesía, de reconocimiento a su vida y a su obra, y publicó el compendio de su trabajo poético y literario. 

Pero la muerte no da tregua. El pasado jueves 22 de julio se llevó a Fernando Charry Lara, uno de los grandes poetas del siglo XX en Colombia. Falleció en Washington, a donde había viajado a realizar una serie de lecturas de su obra, entre otros escenarios la Biblioteca del Congreso, la más importante de los Estados Unidos. 

Por fortuna el reconocimiento lo recibió en vida, algo poco usual en nuestro medio, donde el desprecio a los escritores y artistas y a su obra, linda los límites de la ofensa. Me queda la imagen, aparte de su sucinta y profunda obra, de ese hombre, pequeño de estatura, parado en el atrio de la iglesia de Aipe, en una íntima comunión con la atmósfera de su infancia. No entró a la iglesia a rezar sino a conocer su arquitectura, pues siendo liberal y anticlerical, sólo le importaba la presencia del arte en cualquier escenario donde se encontrara. 

El Nuevo Día, 2004




No hay comentarios: