miércoles, 13 de marzo de 2024

Chris Offutt / Lo que es alistarse en el ejército a los diecisiete


Chris Offutt

El escritor estadounidense Chris Offutt fotografiado en Milán en 2019.LEONARDO CENDAMO 


Chris Offutt: “El 90% de los escritores norteamericanos no saben lo que es alistarte a los 17 en el ejército para tener tres comidas al día” 

El escritor, que publica ‘La ley de los cerros’, carga contra la forma en que su país ignora el lugar de donde viene y contra aquello que la literatura margina: a quienes crecen en la clase de sitios en los que él creció

Laura Fernández

13 de marzo de 2024

Lleva una enorme piedra colgada del cuello. Es una piedra grisácea con un agujero. Fue así como se la encontró. “Ya tenía el agujero. Lo único que hice fue buscar un cordón y colgármela. Lleva conmigo desde entonces. Entonces yo debía tener siete años. Puede que ocho. Lo único que he hecho en este tiempo ha sido cambiarle el cordón. Así que puede decirse que llevo los cerros literalmente encima siempre”, dice. El que habla es Chris Offutt (Lexington, Kentucky, 65 años), el rey de la grit lit, o literatura del arroyo, el violento y desesperado noir rural de currantes que viven en pueblos pequeños y dolorosamente empobrecidos, descaradamente marginados, a años luz de cualquier tipo de sueño, incluido aquel que debería pertenecerles: el americano. “Crecí preguntándome por qué no había libros que hablasen de los míos, ¿dónde estábamos? ¿Existíamos? Quiero pensar que estoy escribiéndonos para cualquiera que, como yo, se busque y por fin pueda encontrarse”, dice Offutt, y devuelve la piedra a su sitio. Se abrocha la camisa.

Sindy Hernández / Abelardo

 

Foto de Amalia Husny




Sindy Hernández
ABELARDO


Abelardo murió anoche, a los 103 años.

Era un tío materno con un retraso mental que le impedía hablar, leer y escribir. Fue como un niño de dos años cognitivamente, aunque caminaba normalmente, corría, se bañaba solo, sabía cocinar y en general era un adulto funcional y una persona feliz.

Hasta hace unos 30 años vivió en la tierra materna: Pacho, Cundinamarca. Cuando la familia que lo acogía migró a Bogotá Abelardo cayó en una depresión profunda por el paso del campo a la ciudad. En un punto, nadie podía hacerse cargo de él por falta de tiempo o de espacio (nuestro caso) y se quedaba todo el día encerrado en una habitación para que no corriera el riesgo de salir y perderse.

Afortunadamente un amigo muy querido nos consiguió un cupo en un geriátrico muy bonito en una zona rural y desde entonces Abelardo vivió allí con otros abuelitos, se convirtió en el favorito de todos porque era como un niño travieso pero amoroso y tierno.

Allí rejuveneció, volvió a reír y correr por el monte. No dudamos de que sus últimos días estuvieron llenos de felicidad.

Recuerdo a Abelardo jugando con todos los primos cuando éramos niños como si él fuera uno más, y que para cada pregunta tenía la misma respuesta: una gran sonrisa sin dientes y los ojos llenos de alegría.

Lo veo soltando su cobija favorita que fue un regalo de mi mamá, para ir a correr por los cafetales y los naranjales de naranjas ombligonas en el monte de un Pacho celestial, con el sancocho divino de la abuelita Cleotilde dándole la bienvenida al otro lado.

Vuela alto tío Abelardo, descansa en paz.




Triunfo Arciniegas / Diario / Las ciudades y el mar


Great Silas at Night, 1909
Robert C.  Minor


Triunfo Arciniegas
LAS CIUDADES Y EL MAR
13 de marzo de 2024

Sucedió después de alimentar a los gatos. Me despiertan entre las tres y cuatro de la madrugada, más cerca de las tres que de las cuatro. No maúllan. Permanecen mirándome con fijeza, como estatuas, sin un solo parpadeo. Si no consiguen despertarme, Mío estira una pata y me toca. O hace cierto ruido, un leve y sordo gruñido. Despierto y veo esos ojos intensamente abiertos. Esclavo de los dioses, no tengo opción.

Bajé a darles comida y volví a la cama. Estaba decidiéndome entre una nueva lectura de En agosto nos vemos o comenzar una serie de Netflix. Pensé en dejar pasar un día más antes de confirmar una sospecha con una cuarta lectura de la novela y encendí el televisor. Me dormí antes de encontrar la serie.

Me habían invitado a una mesa redonda pero no tenía claro el tema. Le pedí el programa a alguien y vi que debía hablar sobre las ciudades y el mar. Había acudido al evento con tres acompañantes: una pareja amiga y una mujer que había sido mi novia, alta y morena, una mujer muy bella y difícil. Tana Soledad, en la vida real, un amor casi platónico. Era como si de un sueño hubiese pasado a otro. Uno del que me habían mandado muy bien vestido. Alababan mi pinta pero tenía la certeza de que otros me habían vestido así. Ni siquiera había pagado por los trapos. Además, estaba pensando en mi discurso y cómo salir del paso sin tanta vergüenza. Por suerte, éramos muchos los invitados y las intervenciones serían muy cortas. Una de las invitadas, que se me hacía muy conocida, rubia y pequeña, me trató con cierta familiaridad y terminamos juntos en la mesa. Sé de quién se trata en la vida real, y ya no somos tan amigos.

Me desperté pero regresé de inmediato. Ya he pasado antes por estos sueños intermitentes. La “mesa” había cambiado. Ya no estábamos frente al público sino a uno y otro lado de una larga mesa, sin que importara que la mitad de los invitados le diera la espalda al público. Ya tenía una estrategia para mi participación. Enfrentaría las palabras ciudad y mar o ciudad y agua, a la manera del binomio mágico de Gianni Rodari: ciudad sin agua o ciudad inundada, ciudades en el mar o ciudades en el desierto, hombres de ciudad y hombres de mar. Algo así. La rubia, que ahora lucía un nuevo y atrevido atuendo, casi un traje de baño con algunas cintas, se paseó sonriendo a mi alrededor. Otra mujer me hacía compañía, una tal Mariana, una bella decepción de la vida real. Me enseñaba su ombligo y algo más abajo para demostrarme que estaba muy delgada. Me abrazaba como si fuéramos viejos amigos. No estaba para nada preocupado por la antigua novia que me esperaba en el público. Ya a punto de iniciar el acto, me acomodé entre Mariana y la rubia. Me sentía bien a pesar de lo poco preparado que había llegado. Desperté.

Cuando volví al sueño estábamos comiendo. Todo había salido perfecto y nos sentíamos felices. Parecía que estuviésemos en un gran banquete pero, en realidad, sólo consumíamos gelatina. Temblorosos, coloridos y brillantes trozos de gelatina. Todos los invitados teníamos una pequeña lámpara al lado. Alguna falló y acudí a repararla de inmediato. De un momento a otro tenía frente a mí una hilera de personas con sus lámparas desajustadas. Me habían convertido en un experto en lámparas.



martes, 12 de marzo de 2024

Casa de citas / Cioran / Dioses

 

Emil Cioran


Emil Cioran
DIOSES

Los dioses antiguos se burlaban de los humanos, los envidiaban, los acosaban y, llegado el caso, los mataban. Al Dios de los Evangelios, menos burlón y menos celoso, los mortales, en sus infortunios, ni siquiera tienen el consuelo de poder acusarle. Ahí es donde habría que buscar la razón de la ausencia o de la imposibilidad de un Esquilo cristiano. El Dios bueno ha matado la tragedia. La literatura le debe mucho más a Zeus.


Emil Cioran
'Del inconveniente de haber nacido'




Una foto / Famisas actrices

 


FAMOSAS ACTRICES

Jessica Lange, Michelle Yeoh, Emma Stone, Charlize Theron, Jennifer Lawrence y Sally Field 

Ceremonia de los Oscar 2024

lunes, 11 de marzo de 2024

Triunfo Arciniegas / Diario / En agosto nos vemos

 

Foto de Triunfo Arciniegas



Triunfo Arciniegas
En agosto nos vemos o la ficción como consuelo
8 de marzo de 2024

Leí En agosto nos vemos en dos sentadas, regocijado y sobre todo agradecido. Creo que las advertencias frenan el entusiasmo del lector, que se dispone más a encontrar las fallas que al pleno disfrute de la obra. Hay que lanzarse al agua sin pensarlo dos veces y que el viento se lleve los comentarios negativos de la gente que no ha leído el libro. Hay gente así.
La novela es una delicia y, si García Márquez hubiese contado con mejor salud, la hubiese enriquecido. Pero es lo que hay. ¿Debió publicarse? Por supuesto que sí. Es puro García Márquez, con su manera de decir las cosas y esculcar las costuras de la vida, con su particular ojo para los adjetivos y esos personajes que intercambian sentencias en vez de conversar como la gente. No se trata de una obra inconclusa: su remate es no sólo sorpresivo sino súbito y eficaz, es decir, perfecto. La novela se distingue por su redondez.
No creo que perjudique la lectura de nadie si digo que la trama se centra en los viajes que una mujer madura hace en sucesivos agostos a la isla donde yacen los restos de su madre. Los viajes de devoción y placer y la vida conyugal. Placer y frustración, porque no todas noches son felices, dicha y agonía, porque hay de todo. Los viajes modifican la vida doméstica. En los distintos capítulos seguimos como si nada los movimientos tanto del marido como de los hijos. El varón, de veintidós años, primer chelo de la Orquesta Sinfónica Nacional, y Micaela, de dieciocho, que quiere profesar en la orden de las Carmelitas Descalzas. Ambos terminarán abandonando el hogar, pero el matrimonio continuará contra viento y marea.
El primer capítulo, publicado por la revista Cambio el 5 de abril de 1999, con el mismo título de la novela, me parece deslumbrante. También el tercero, publicado por la misma revista el 19 de mayo de 2003 bajo el título “La noche del eclipse”. Supongo que, si la señora muerte no se hubiese atravesado, García Márquez habría publicado en dicha revista el quinto capítulo, que se me antoja llamar "El obispo". Así tendríamos las tres noches felices, y muy bien contadas, porque en las demás la suerte no acompaña a la protagonista. Tres capítulos preciosos.
La publicación de los dos capítulos en la revista implica la total aprobación por parte del autor. Y podría decirse que los restantes cuatro capítulos no resultan inferiores. De ninguna manera leemos un borrador crudo o un esbozo o un proyecto de novela. Con los años, por lo general, el artista no se orienta hacia la complejidad sino hacia la simplicidad. Léase Borges. O Picasso. Con Joyce sucedió lo contrario: el genio sobrepasó los límites después de Ulises y se sumergió en un territorio donde nadie podía seguirlo.
El artista no tiene porqué escribir o pintar a mi antojo ni nació para complacerme. El lector va a la obra tal cual es, en una perpetua y feliz cacería de hallazgos, y no como un sujeto temeroso de las posibles trampas del camino.
Con una segunda lectura, saltándonos las prescindibles arandelas del prólogo, la nota del editor y las cuatro páginas facsimilares, que sobre todo sirven para dar cuerpo al libro por razones comerciales, tendremos una mejor visión de la obra. Porque García Márquez es para releer y subrayar, como cuando habla del matrimonio de Ana Magdalena Bach, la protagonista, “sostenido hasta entonces por una felicidad convencional que esquivaba las discrepancias para no tropezar con ellas, como se esconde la basura debajo de la alfombra” o “Al menos cinco amigas suyas habían tenido amores furtivos hasta donde les alcanzó el cuerpo y habían mantenido al mismo tiempo matrimonios estables”.


Una segunda lectura nos permitirá advertir que Ana Magdalena piensa que debería estrenar descalza el huipil oaxaqueño que compra en la isla y es el mismo que su hija usará luego para ingresar a las Carmelitas Descalzas. Un huipil que una mujer luce con la intención de quitárselo ante un señor y que la otra se pone para recibir al Señor: erotismo y religión se devoran como serpientes. O que en el capítulo cuarto la mujer empieza leyendo Crónicas marcianas en la isla, y luego, en casa, termina El ministerio del miedo, un detalle que un editor hubiese remediado de fácil manera. Un error que se comete a cualquier edad. Y en la literatura abundan, como los camaleónicos ojos de Emma Bovary.
Me emociona que García Márquez haya cedido a la protagonista sus libros amados, Drácula, Diario del año de la peste, Crónicas marcianas, entre otros, y me imagino que también su propia música. No hay que olvidar que leemos sobre las andanzas de una lectora. No hay que olvidar que don Quijote y la señora Bovary son consumados lectores. La gente que lee descifra el mundo de otra manera.
¿Se justifica el revuelo mediático? Se trata del Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, el escritor más grande de nuestros tiempos, un genio indiscutible. Al maestro se le admira en todas partes del mundo y a nadie sorprende la inmediata avalancha de traducciones. Es una mina de oro, entre otras cosas, y lo fue a partir de Cien años soledad. Sus herederos se vuelven mucho más multimillonarios. Sus editores brincan en una pata. Sus lectores estamos regocijados y agradecidos.
Nadie pierde. Qué dicha, por unos días hablamos de un escritor y no de un asesino al que un oscuro presidente le tiende la mano, hablamos de una novela y no de las pestilentes tramas de los poderosos que se empeñan en jodernos la realidad, hablamos de la vida y no de un país cuyos políticos desbocan al abismo. La ficción, exquisito consuelo, nos permite semejante delirio. La prodigiosa imaginación de un solo hombre y su mágico dominio de las palabras entretienen y sostienen al mundo entero.

Con una segunda lectura, saltándonos las arandelas del prólogo, la nota del editor y las cuatro páginas facsimilares, que le dan más cuerpo al libro pero que a la larga resultan prescindibles, tendremos una mejor visión de la obra. Porque García Márquez es para releer y subrayar, como cuando habla del matrimonio de Ana Magdalena Bach, la protagonista, “sostenido hasta entonces por una felicidad convencional que esquivaba las discrepancias para no tropezar con ellas, como se esconde la basura debajo de la alfombra” o “Al menos cinco amigas suyas habían tenido amores furtivos hasta donde les alcanzó el cuerpo y habían mantenido al mismo tiempo matrimonios estables”. 

Me emociona que García Márquez haya cedido a la protagonista sus libros amados, Drácula, Diario del año de la peste, Crónicas marcianas, entre otros, y me imagino que también su propia música.

¿Se justifica el revuelo mediático? Se trata del Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, el escritor más grande de nuestros tiempos, un genio indiscutible. Al maestro se le admira en todas partes del mundo y a nadie sorprende la inmediata avalancha de traducciones. Es una mina de oro, entre otras cosas, y lo fue a partir de Cien años soledad. Sus herederos se vuelven mucho más multimillonarios. Sus editores brincan en una pata. Sus lectores estamos regocijados y agradecidos.

Nadie pierde. Qué dicha, por unos días hablamos de un escritor y no de un asesino al que un oscuro presidente le tiende la mano, hablamos de una novela y no de las pestilentes tramas de los poderosos que se empeñan en jodernos la realidad, hablamos de la vida y no de un país cuyos políticos desbocan al abismo. La ficción nos permite semejante delirio. La prodigiosa imaginación de un solo hombre y su mágico dominio de las palabras entretienen y sostienen al mundo entero.




jueves, 7 de marzo de 2024

Wislawa Szymborska / Una del monton

 

Wislawa  Szymborska


Wislawa Szymborska 

UNA DEL MONTÓN 


Soy la que soy.

Casualidad inconcebible

como todas las casualidades.


Otros antepasados

podrían haber sido los míos

y yo habría abandonado

otro nido,

o me habría arrastrado cubierta de escamas

de debajo de algún árbol.


En el vestuario de la naturaleza

hay muchos trajes.

Traje de araña, de gaviota, de ratón de monte.

Cada uno, como hecho a la medida,

se lleva dócilmente

hasta que se hace tiras.


Yo tampoco he elegido,

pero no me quejo.

Pude haber sido alguien

mucho menos individuo.

Parte de un banco de peces, de un hormiguero, de un enjambre,

partícula del paisaje sacudida por el viento.


Alguien mucho menos feliz,

criado para un abrigo de pieles

o para una mesa navideña,

algo que se mueve bajo un cristal de microscopio.


Árbol clavado en la tierra,

al que se aproxima un incendio.

Hierba arrollada

por el correr de incomprensibles sucesos.

Un tipo de mala estrella

que para algunos brilla.


¿Y si despertara miedo en la gente,

o sólo asco,

o sólo compasión?

¿Y si hubiera nacido

no en la tribu debida

y se cerraran ante mí los caminos?


El destino, hasta ahora,

ha sido benévolo conmigo.

Pudo no haberme sido dado

recordar buenos momentos.

Se me pudo haber privado

de la tendencia a comparar.


Pude haber sido yo misma, pero sin que me sorprendiera,

lo que habría significado

ser alguien completamente diferente.


Wislawa Szymborska

Instante, Ediciones Igitur Poesía, 2004.)

.


miércoles, 6 de marzo de 2024

Una foto / Wallet, DeNiro, Cazale

 


Christopher Walken, Robert DeNiro, Chuck Aspegren, John Savage, and John Cazale on the set of “The Deer Hunter” 1978 


Una foto / Librería en Varsovia

 


Librería

Varsovia, Polonia, 1945




Casa de citas / Marie Corelli / Tres animales

 


Marie Corelli
TRES ANIMALES

Nunca me volví a casar, porque no tuve necesidad. En casa tengo tres animales que hacen la misma función de un marido: tengo un perro que refunfuña todas las mañanas, un loro que dice barbaridades toda la tarde y un gato que llega tarde todas las noches.


lunes, 4 de marzo de 2024

Triunfo Arciniegas / Diario / Convocatoria

 



Triunfo Arciniegas
CONVOCATORIA
29 de febrero de 2024

Una editorial mexicana hace una convocatoria sin precisar ninguna remuneración. Una de las bases señala: “Los poetas y escritores deberán asumir los gastos de edición y envío de los libros hasta su domicilio particular”. Significa que, además de ceder sus derechos, los escritores deben pagar.

Qué bonito.

¿No se supone que es al revés?

Estos editores imaginan que los escritores nacieron con el oficio aprendido, escriben sin esfuerzo alguno y andan locos por gastar el dinero que no tienen.

Por casualidad, ¿no estarán buscando cantantes deseosos de pagar por hacer un concierto? O médicos que quieran repartir dinero y recetas. O zapateros que quieran pagar a los clientes que se dignen usar sus zapatos.

Me pregunto si estos editores conocen restaurantes donde les paguen por comer o almacenes que no sólo les regalen sus productos sino que les alegren el día con alguna remuneración por consumirlos.

domingo, 3 de marzo de 2024

sábado, 2 de marzo de 2024

Dos fotos / Svalbard

 

Dos fotos con 100 años de diferencia

Las dos fotos muestran el mismo lugar (Svalbard) pero con una pequeña diferencia: la imagen de arriba fue tomada en 1915, la de abajo en 2018.

ART PHOTOGRAPHY

FACEBOOK







viernes, 1 de marzo de 2024

Triunfo Arciniegas / La mujer de mis sueños



Triunfo Arciniegas
LA MUJER DE MIS SUEÑOS
1 de marzo de 2024

Sabía que asistía a la fiesta con la mujer más bella del mundo, aunque nadie más lo notara. Me convenía que se mantuviera así por el asunto de la competencia, de los gavilanes, de los fervientes practicantes del famoso mandamiento: “desearás la mujer de tu prójimo”.

Vestía con elegancia pero, entre tanta gente y tanto esplendor, pasábamos desapercibidos. No me soltaba del brazo. Más que una fiesta parecía una asamblea del derroche, una gala surrealista. De alguna manera supe que vivíamos en una realidad paralela, como la que se inventan los tiranos para mantener su reino de terror. En alguna parte del país estaban enterrando los cuerpos de los jóvenes asesinados por la policía y, en otra, los niños exprimían el barro para calmar la sed.

La fiesta se deslizaba como un barco en la placidez de la noche. Nos separamos para socializar. Mientras se alejaba vi su espalda una última vez y quise correr a cubrirla de besos. La gente se interpuso casi a propósito. Saludé a alguien y conversé a medias, casi a gritos, con alguien que se ganaba la vida escupiendo fuego en los semáforos. No encajábamos en ese ambiente. Busqué una copa con cierta desesperación. Le pregunté a un desconocido por los muertos. Me miró con fastidio y siguió de largo.

No debimos separarnos. Ahora estábamos comiendo en mesas distintas. La vi desde lejos. Varias personas conversaban con ella, embelesadas, y parecía que ya me había olvidado. No conseguí acercarme en toda la noche. Es más, con el paso de las atropelladas horas, la distancia se hizo mayor y el muro infranqueable. Como si hubiesen brotado densos matorrales con espinas que destilaban veneno.

Habían descubierto su belleza. Los rumores revolotearon por la sala. Los periodistas se me acercaron para preguntarme por la mujer más bella del mundo y les dije que hacía rato que no la veía. Esperaban que la buscara y la trajera para una entrevista. No acerté a explicarles que no era posible.

Entonces apareció con su reciente séquito pero sin maquillaje, sin la elegancia del principio de la noche. Se hizo a mi lado y alguien le ofreció un lujoso abrigo para componer la situación. Alistaron las cámaras porque era obvio que se trataba de la mujer más bella del mundo.

Hice una venia, despidiéndome de la reina, y me retiré. Ella me miró sin sorpresa, resignada con su nuevo destino, y se volteó hacia las cámaras.

Me sumergí en el amanecer de los solitarios. Sin la mujer, el mío era mundo de los agonizantes. De los que morían con la boca llena de tierra en los potreros del olvido.

***

ANÁLISIS DEL SUEÑO

Los sueños se desvanecen pronto, en cuestión de segundos. Hay que regístralos de inmediato, en un cuaderno que permanezca en la mesita de noche o en la pantalla del celular. Escribo con un solo dedo. Publico en Facebook o en uno de mis blogs, y sigo trabajando, corrigiendo las erratas, los sinsentidos. Un proceso que puede durar horas. 

He descubierto otra manera de trabajar. Antes escribía a mano, digitaba, imprimía, corregía y volvía digitar, conservando las distintas versiones del texto, tanto digitales como impresas. Ahora va quedando una sola versión, pero tengo la disciplina de guardarla tanto en Facebook como en el blog. 

El texto anterior es un sueño aunque no lo presente como tal . La historia apareció redonda esta vez. A menudo los sueños míos son un disparate, una cosa sin pies ni cabeza, una mezcla absurda de espacios y situaciones.

No suelo tener sueños hermosos. Me persiguen las pesadillas. Casi siempre estoy perdido en una ciudad. No siquiera sé su nombre. Mucho menos las rutas de los autobuses. No sé cómo llegar a casa. O voy de una ciudad a otra y he perdido el equipaje.

El sueño viene de una foto que me envió Jaime Fernández. Se ve muy elegante junto a su mujer Doris Gallego. Me convenció que se habían casado y luego me contó que era una broma. Pero sí estaban en un matrimonio. Y esa fiesta es la de mi sueño. Los jóvenes asesinados son los cuarenta y tres estudiantes mexicanos. Algo leí ayer sobre el caso.