jueves, 5 de mayo de 2022

Triunfo Arciniegas / Lecciones de escritura VII

 



Triunfo Arciniegas 

LECCIONES DE ESCRITURA VII

No es lo que se cuenta sino cómo se cuenta: las palabras escogidas, las frases, la sintaxis, la armazón del texto, el ritmo. 

Usted puede hablar de la piedra que encontró en el camino y construir un texto digno y atractivo para el lector. Pero no basta con el estilo. Se requiere de la mirada. ¿Qué no se ha dicho de esta piedra? Si no se le ocurre nada, si no va decir algo nuevo, si no va contrastar las diferentes opiniones para crear una nueva, deje la piedra en paz. Lo suyo no son las piedras. Pruebe con los árboles o las penas de amor.

La magia está en cómo se dice pero lo que se dice es fundamental. Si usted solo dice estupideces, de nada sirven la belleza y el estilo. Aunque es raro porque a menudo los textos estúpidos suelen ser descuidados, contradictorios, mal escritos.

Hay equilibrio entre fondo y forma, pero es la forma la que sostiene el texto y hace que sea legible e incluso perdurable.

La primera frase es fundamental. Agarra o deja ir al lector. Si la primera frase es sugestiva asegura la suerte de la segunda. 

El primer párrafo establece el tono del texto. Mantenga el tono hasta el final, sea fiel a la dinámica que usted mismo planteó. Es decir, si usted está hablando con seriedad y respeto sobre la muerte no se deslice a la ironía y el humor. O si usted se propuso un texto humorístico, no se ponga serio de un párrafo a otro porque el lector se confunde.

No lo olvide. El secreto está en la manera cómo se dicen las cosas. Su estilo puede hacer que la conversación más trivial con el carnicero sea interesante. Pero no olvide que el lector registrará en el texto asuntos que usted no pensó revelar. Si usted desprecia al carnicero o considera que su profesión no vale pena se va a notar en el texto y talvez el lector prefiera pasar el rato en otra fiesta, una que sí valga la pena.

La franqueza es el mejor camino. Los mentirosos caen tarde o temprano. Se dice que más pronto cae un mentiroso que un cojo. Además, con la mentira o la falsedad el texto cojea y termina cayéndose.













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