martes, 28 de abril de 2020

Casa de citas / Max Frisch / My life as man



Max Frisch
MY LIFE AS MAN
Traducción de Fernando Aramburu

A veces creo entenderlas, a las mujeres, y al comienzo les gusta mi invento, mi bosquejo de su naturaleza. Por lo menos les asombra que yo vea en ellas lo que mis predecesores no vieron. De este modo consigo ganármelas. NUNCA PUDE HABLAR CON UN HOMBRE COMO CONTIGO, eso lo he escuchado más de una vez en el momento de la despedida. Cualquiera puede halagar, a mí eso no me hace falta. A ellas les halaga verme en el apremio de descifrarlas. Durante un tiempo las convence lo que se me ocurre acerca de ellas. No las veo simples, sino llenas de contradicciones. ESO NO ME LO HABÍA DICHO NUNCA NADIE, dicen, PERO TAL VEZ TENGAS RAZÓN. Mi bosquejo tiene algo de imperioso. Como todos los oráculos. Yo mismo me asombro de comprobar que su reacción confirma mis presentimientos. Por supuesto que no tengo el mismo bosquejo para cada mujer. No me quedo tranquilo, tengo que saber a quién amo. Me cuido mucho de trasladar las experiencias habidas con una compañera a la compañera siguiente. Si, a pesar de todo, lo hago involuntariamente, estoy soy consciente de haber cometido una injusticia. Tiene que ser por mi culpa que se repitan modos de conducta similares, idénticos incluso muchas veces. El caso es que, a mi juicio, no me falta imaginación. Para cada compañera invento una complicación distinta conmigo. Por ejemplo, que ella es la más fuerte o que yo soy el más fuerte. Ellas mismas reaccionan según eso, al menos en mi presencia. Si percibo que sufren, entonces digo de qué sufren, o no lo digo; pero, así y todo, creo saberlo. La fuerza de mi obcecación, que no me abandona. Todo lo que entra en mi bosquejo se presenta como objeto de contemplación. Lo veo, vaya que sí, lo oigo, y, si no estoy delante, me lo puedo figurar más o menos. Tengo que figurármelo; no más o menos, sino con exactitud. Dudo, claro está, de lo que me imagino se corresponda con la realidad. ES TU INTERPRETACIÓN, dicen las mujeres. Lo que es por ellas, no necesitan ninguna. Es indiferente si cuanto inventó en torno a la mujer querida me mortifica o me llena de felicidad. Basta con que me persuada. No son las mujeres las que me engañan. Lo hago yo mismo.

Max Frisch
Montauk
Editorial Laetoli, Pamplona, 2006, pp. 87-89.




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