martes, 22 de noviembre de 2022

Un libro / Marguerite Duras / El dolor




Jesús Ferrero
El dolor según Duras
27 de mayo de 2019


El dolor es una de las mejores narraciones de Marguerite Duras. Decía ella que la escribió sin darse cuenta, pero no es cierto. El dolor es un libro compulsivo y al mismo tiempo muy medido. Paradójicamente es así.

Toda confesión busca la exculpación. El dolor de la Duras también. Toda confesión tiende a ser una narración calculada, aunque pueda haber en ella ríos de pasión.



Marguerite Duras, como Sartre, como Simone de Beauvoir, tuvo que explicar sus relaciones durante la ocupación. Nunca pudieron evitar la sombra de la sospecha. Tampoco la pudo evitar Picasso. Sus vidas fueron relativamente cómodas cuando otros las perdían o eran deportados a las fábricas de la muerte.




No me coloco junto a los que apuntan con el dedo, simplemente evoco lo que oía y leía cuando estaba en París. Más allá y más acá de las palabras que flotan en el aire como brasas que queman y que matan, El dolor es un libro excelente que describe con singular maestría y con bastante audacia la época de la Liberación, cuando París alternaba la alegre irresponsabilidad de los coches circulando por las aceras con las purgas sombrías y siniestras donde con cierta frecuencia pagaban justos por pecadores. Y retrata muy bien a los españoles, que se pasaban el día discutiendo a gritos de la revolución traicionada, de las guerras perdidas, de las guerras ganadas y de las ilusorias batallas por ganar.



Rara vez la capital francesa ha sido descrita con tanta viveza y tanta intensidad.

Destaca como personaje que encarna el dolor real y axial Robert Antelme, que fue marido de la Duras antes de la deportación, y que regresa del infierno con el alma rota y el cuerpo deshecho. Recordemos que Antelme fue el autor de La especie humana, el primer libro que consiguió expresar lo inexpresable sobre los horrores de los campos. Después vinieron todos los demás.

El dolor deja en la mente una vibración extraña. Es un libro que omite circunstancias, pero que está poseído por la verdad. Otra paradoja más.




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