viernes, 11 de noviembre de 2022

Casa de citas / Nélida Piñón / Clarice Lispector

Clarice Lispector


Nélida Piñon
CLARICE LISPECTOR

Voy a callar siempre. Porque sé mucho. Siempre digo una frase. La primera vez que un amigo me decía, Nélida, tú viajas mucho, conoces a todo el mundo. Cuéntame novedades. Pero yo siempre le decía que no tenía mucho que contar. Insistió tanto que le dije: «tienes razón. Sé mucho. ¿Pero sabes por qué sé mucho? Porque no cuento». Sé mucho de Clarice. Pero al mismo tiempo soy altamente fiel a su memoria. Es una amistad profunda la que hemos vivido. Durante siete años nos hablábamos todos los días. Y murió con su mano izquierda en mi mano. Le guardo un cariño inmenso, una gran admiración. Ella tenía miedo de no dejar dinero a uno de sus hijos que sufría un gran enfermedad. Claricinha, le decía: tus libros son ladrillos de una casa. Tus hijos van a tener de qué vivir. Y por eso le presenté a Carmen Balcells.
¿Clarice no era mujer nada fácil?
No, no lo era. Pero tenía mucho humor. Cuando tenía hambre... Ah, era una maravilla. Se ponía furiosa.
¿Trastornaba mucho a los hombres?
Hasta cierto momento. Ella fue muy bonita.
Usted también.
Muchas gracias. Pero en los últimos años, tras el accidente que sufrió, experimentó una gran transformación física.
¿Le hizo sufrir mucho?
Imagínese. Era muy común que sacara su polvera para arreglarse. Sentía una gran nostalgia de su belleza de otrora.


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