Patricia Highsmith
SOBRE EL OFICIO
"A los 22 me marché a México con la intención de escribir un libro. Tenía poco dinero. Vivía sola y trabajaba mucho, estoy segura de que al menos seis horas al día. Escribí cerca de cuatrocientas páginas, una especie de novela gótica aunque situada en el Nueva York contemporáneo. Jamás la terminé. Pero es tal vez de este periodo de México de donde procede mi disciplina. Escribir, intentarlo, se convirtió en un placer en sí mismo, una necesidad. Después de ser una necesidad, escribir se convierte en una forma de vida, como la droga, o las drogas, son para algunos una manera de vivir. Esto me recuerda una observación de Cyrill Connolly en The unquiet Grave: La recompensa del arte no es la fama o el éxito, es una sensación de ebriedad: por eso, tantos malos artistas son incapaces de abandonar. Con esa larga novela inacabada era una mala artista, pero estaba enganchada; en realidad lo estaba desde hacía años. La creación me permitía escapar de la realidad, que a menudo era aburrida, sórdida, sin sorpresas y de nivel muy bajo. De nuevo ¿por qué? ¿El empuje fuerte, pero agradable, de las ideas? Sí".
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