miércoles, 11 de septiembre de 2024

Un libro / Un lugar soleado para gente sombría, de Mariana Enriquez

 


“Un lugar soleado para gente sombría”, de Mariana Enriquez: cuentos seductores sobre el mal cotidiano

El libro de la autora argentina, escrito durante la pandemia, aborda desde el deterioro físico de la vejez hasta la trágica política de su país



Carlota Rubio

7 de marzo de 2024


En abril de 2020, cuando Argentina estaba encerrada en casa, Mariana Enriquez se quejaba de la insistencia de algunos medios de comunicación por publicar la opinión de gente de letras sobre la pandemia. Un poco molesta, rechazaba las comparaciones de la situación sanitaria con sus cuentos más distópicos y repetía que la responsabilidad del escritor no es ni resolver el presente ni salvar a nadie con metáforas baratas. Mientras tanto, aprovechaba el encierro para hacer lo que sí se le da bien y de ahí sale Un lugar soleado para gente sombría. Con una mujer obesa que tiene sexo con espíritus, otra que convive contra su voluntad con una desconocida fantasmagórica que sufre por cáncer u otra que persigue periodísticamente una leyenda local oscura, Enriquez vuelve al relato corto y expresa la imposibilidad de escapar del contexto y de uno mismo.

Cada vez que alguna imagen o hecho tiende a una conclusión moral, Enriquez huye violentamente y trunca las expectativas

Lo mejor de Mariana Enriquez siempre ha sido el equilibrio con que juega con distintos códigos, muchas veces opuestos. Sus cuentos se mueven constantemente de lo marginal al relato oficial; se apoyan sobre mecanismos de la literatura de género para trazar retratos sociales e históricos; su escritura es lírica pero también sobria y a veces incluso mordaz. Tanto en una novela tan monumental como Nuestra parte de nochecomo en las más breves, en los ensayos y en los relatos, Enriquez consigue seducir —y lo ha hecho a muchísimos lectores en muchísimos idiomas— gracias al misterio calculado. Cada vez que alguna imagen o hecho tiende a una conclusión moral, ella huye violentamente y trunca las expectativas. Y gracias a esto consigue, a partir del terror y la fantasía, indagar en el mal que emerge en la vida cotidiana o el que arrastra la historia política argentina sin rozar puntos comunes.

Quizás por inspiración pandémica, hay silencio y muerte en los cuentos de Un lugar soleado para gente sombría. En el primero de todos, una mujer trata de sanar los espíritus de un suburbio de Buenos Aires. En otro, una pareja visita un edificio suntuoso que había sido lugar de torturas durante la dictadura, casa de verano de ricos y centro de Magisterio. En la quietud de todos estos lugares emerge la oscuridad a la que giramos la cara a base de eslóganes sofisticados y artículos de opinión. Y, como es habitual en Enriquez, también capas y capas de referencias. Cada uno de los relatos va precedido de un epígrafe que encapsula el tema pero también da pistas de los escritores, músicos, artistas —Mildred Burton, Cormac McCarthy, Jack Kerouac, Lydia Davis— y leyendas sobre los que Enriquez apoya su obra. ‘La desgracia en la cara’, en el que una mujer sufre la parálisis y después progresiva difuminación de su rostro, se inspira en una intervención de la artista Carmen Burguess (amiga de la escritora y a quien dedica el cuento) en las portadas de la revista de moda femenina Seventeen.

La incertidumbre, el deterioro del cuerpo y la incapacidad de un país de enterrar sus fantasmas llevan a una convivencia espectral

Este relato no es el único que se fija en la degradación del cuerpo, quién sabe si otro efecto pandémico. Mariana Enriquez siempre ha tenido especial fijación por los protagonistas adolescentes, pero ahora es también protagonista la madurez femenina: “No te lo dicen, no te lo avisan. Me enfurece. La piel se seca, la grasa se acumula en las caderas y las piernas y el vientre, la celulitis se acentúa de un día para el otro, ese pelo muerto que es la cana resulta imposible de domar”, dice la protagonista de ‘Metamorfosis’, que se implanta su propio mioma para mantener el cuerpo “bajo la piel”. Cuentos como este confirman que el terror siempre se aproxima oblicuamente a un momento y un lugar, y parece que hay cada vez menos diferencia entre muertos y vivos en el mundo de Enriquez. Que la incertidumbre del futuro, la desposesión del cuerpo y la incapacidad de un país de enterrar sus fantasmas llevan a cierta convivencia espectral.


Un lugar soleado para gente sombría

Mariana Enriquez
Anagrama, 2024
232 páginas. 19,90 euros


EL PAÍS 



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