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Federico Fellini |
Federico Fellini apostó que era imposible… y perdió con estilo.
Una noche, entre risas y copas, el gran director italiano retó a su amigo Tonino Guerra, guionista de culto:
—A que no puedes escribir un guión completo… de sólo 10 segundos.
—¿Qué defines como completo? —preguntó Tonino.
—Inicio, clímax y giro final. Todo.
—¿Apostamos 12 dólares?
—Trato hecho.
Fellini se fue convencido de que había ganado.
Tonino, en cambio, pasó la noche en vela.
No había manera: ¿cómo contar una historia con montaje, tensión y final inesperado en menos tiempo del que tardas en preparar un café?
Pasadas las doce, la inspiración llegó.
A la mañana siguiente, Tonino se presentó con una hoja.
Fellini lo miró escéptico.
—¿Trajiste mis 12 dólares?
—Traje el guión, respondió Tonino.
Y decía así:
Una mujer mira la televisión.
Empieza una cuenta regresiva de lanzamiento de un cohete:
10… 9… 8…
Su rostro, lleno de tensión.
Toma el teléfono. Marca.
7… 6… 5…
La cámara permanece en su cara.
4… 3… 2… 1…
¡El cohete despega!
Ella habla por teléfono:
“Puedes venir ahora. Ya se fue.”
Fellini se quedó en silencio.
Luego sacó 12 dólares y los puso sobre la mesa.
Esa historia de apenas unas líneas…
Era cine puro.
Un personaje en pantalla. Tres en la historia.
Una esposa. Un esposo rumbo al espacio. Un amante esperando la señal.
Un giro sutil. Una explosión precisa.
Y la grandeza de un guionista que entendía que a veces…
menos es todo.
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