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En todas estas situaciones, los medios de comunicación pudieron realizar su trabajo básico en situaciones de emergencia, que es comunicar lo que está sucediendo, quién está afectado, qué es lo más necesario. Pero esto suele ser más que una cuestión de transmisión de datos y cifras. Las "historias humanas" son las más populares entre los periodistas, aunque es un término extraño si se piensa en ello.
¿Qué historias no son humanas? De hecho, se utiliza más comúnmente para denotar un tipo particular de historia humana; una que da la mayor prominencia a la experiencia individual, que cuenta cómo se sintió un evento, tanto física como emocionalmente. Se basa en la suposición de que esto es lo que más conecta con el público: bien porque le engancha y le mantiene mirando o leyendo, bien porque le ayuda a identificarse con el protagonista, quizá de forma que fomente la empatía, o una determinada forma de actuar en respuesta. De este modo, el público pudo acceder fácil y rápidamente a relatos e imágenes vívidas de las experiencias de las personas que intentaban cruzar las fronteras exteriores de la UE, o encontrar refugio y acogida dentro de Europa.
La contrapartida era que esto a menudo se ajustaba a ideas predeterminadas sobre cómo son las catástrofes, quién necesita protección, quién es inocente y quién merece ser culpado. Pensemos, por ejemplo, en la imagen más reconocible de la crisis de los refugiados en 2015: la foto de un policía turco llevando el cuerpo sin vida de Alan Kurdi, de tres años, lejos de la orilla del agua en una playa cerca de Bodrum.
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In all of these situations the news media were able to do their basic job in emergency situations, which is to communicate what’s happening, who’s affected, what’s needed the most. But this is usually more than a matter of relaying dry facts and figures. “Human stories” have the greatest currency among journalists, although it’s an odd term if you think about it.
What stories aren’t human? In fact, it’s most commonly used to denote a particular kind of human story; one that gives individual experience the greatest prominence, that tells you what an event felt like, both physically and emotionally. It rests on the assumption that this is what connects most strongly with audiences: either because it hooks them in and keeps them watching or reading, or because it helps them identify with the protagonist, perhaps in a way that encourages empathy, or a particular course of action in response. As a result, the public was able to easily and quickly access vivid accounts and images of people’s experiences as they attempted to cross the EU’s external borders, or to find shelter and welcome within Europe.
The trade-off was that this often fit into predetermined ideas about what disasters look like, who needs protection, who is innocent and who is deserving of blame. Think, for example, about the most recognisable image of the refugee crisis in 2015: the picture of a Turkish police officer carrying the lifeless body of three-year-old Alan Kurdi away from the water’s edge on a beach near Bodrum.
How the media contributed to the migrant crisis
Alan Kurdi |
El próximo mes de septiembre (de 2018) se cumplirán tres años desde que el cuerpo de Alan Kurdi, el niño sirio de tres años con camiseta roja y pantalones cortos azules, fue arrastrado hasta una playa de Turquía. La imagen que apareció en las portadas de los periódicos de toda Europa, y que provocó llamamientos a los políticos para que se enfrentaran con toda urgencia a lo que incluso el diario The Sun denominó la "mayor crisis desde la segunda guerra mundial", fue quizás el único momento en la memoria reciente en el que la empatía popular por los refugiados superó claramente el desprecio o la antipatía.
T
his September it will be three years since the body of Alan Kurdi, the three-year-old Syrian boy in red T-shirt and blue shorts, was washed ashore on a beach in Turkey. The picture that ran on the front pages of newspapers across Europe, and prompted calls for politicians to confront with all urgency what even the Sun called the “biggest crisis since the second world war”, was perhaps the only moment in recent memory in which popular empathy for refugees clearly outweighed disregard or antipathy.
Sunday 6 May 2018
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