Gabrielle Wittkop
UN ENCANTADOR PIANISTA
10 de mayo de 19..
Ayer, uno de mis clientes, un joven y encantador pianista, intentó seducirme. Tomábamos el té, sentados en el pequeño sofá Imperio de la biblioteca, un mueble más bien estrecho. Yo junté en las mías las dos hermosas manos viajeras y se las devolví a su dueño riendo, de la misma manera que se rechaza una pareja de pájaros.
—Oh… Lucien. ¿No le gustan los chicos? Y yo que creía…
—Claro que me gustan los chicos. Y también las mujeres.
Como realmente no podía decirle: «Me gustarían mucho sus ojos en blanco, sus labios mudos, su sexo glacial, ojalá estuviera usted muerto. Por desgracia, tiene el mal gusto de estar vivo», añadí hipócritamente:
—Pero yo no estoy libre y no me gustaría ocasionarle complicaciones. Es una pena.
Me creyó con mucha amabilidad.
Gabrielle Wittkop
El necrófilo
La sonrisa vertical
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