Ilustración de Quentin Blake |
Triunfo Arciniegas
DOS SUEÑOS
22 de diciembre de 2023
En el primer sueño, de hace dos o tres días, estaba en un hotel con una mujer. Un hotel bien raro porque se necesitaba una escalera. Ahora no sé si se trataba de un hotel o de una iglesia. De repente estábamos en la calle con un amigo, Jaime Fernández. Acomodé la escalera en la acera, acostada, y el amigo nos invitó a que nos quedáramos en su casa. Era hora de almorzar. Dije que fuéramos a un lugar económico. “Que no sea muy caro”, insistí, porque sabía que debía pagar los tres almuerzos y andaba mal de dinero. "Voy por el gato y ya los alcanzo", dijo la mujer. No sabía que teníamos gato.
Si la escalera era necesaria para entrar al hotel, me pregunto ahora por qué la abandoné en la calle, al alcance de cualquiera. Absurdo, muy propio de los sueños.
Anoche soñé que vivía de manera clandestina en un hotel de lujo de París, tan esplendoroso como el palacio de Versalles. El resplandor de los pisos, las lámparas, las pinturas de las paredes, el sublime espectáculo de las comidas. Vivía de terminar poemas ajenos. Los poetas me visitaban para que redondeara sus poemas inconclusos. A veces agregaba un dibujo y el poema quedaba listo. No está bien claro si atendía en el mismo hotel o en alguna oficina. Tenía la tarjeta para entrar a mi habitación y había descubierto la manera de entrar y salir del hotel por la parte de atrás, que daba a un callejón. La preocupación mayor era saber a qué parte de París conducía el callejón.
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