sábado, 15 de octubre de 2022

Casa de citas / Valzhyna Mort / Esta sangre no tiene nombre, huesos ni voz

 


Valzhyna Mort
ESTA SANGRE NO TIENE NOMBRE, HUESOS NI VOZ
Traducción de Andrea González

Lo que está sucediendo en Belarús es único. No queremos sacrificar ninguna vida: en Belarús, no hay nada más que la sangre de nuestro pueblo debajo de nuestros pies. Esta sangre no tiene nombre, huesos ni voz. Nacer en este país significa heredar miedo y valentía, vergüenza y osadía, voz y cautela. Pero hay una cosa que es innegable: nacer en Belarús significa heredar una gran invisibilidad y autonomía. Cultivar jardines de verduras, preparar conservas para el invierno, sembrar, arreglar cosas, leer, participar en actividades educativas y culturales: todas estas son actividades políticas de personas autónomas que se alimentan, visten y educan por su propia cuenta. Es por eso que lo que presenciamos en la segunda semana de agosto es diferente a las protestas de otros lugares. Este es un movimiento parcial de una nación parcial que ha sobrevivido de manera autónoma durante siglos.

Suspendieron internet en Belarús, y pese a esto, vi una breve entrevista con una conserje en una estación del metro que muestra un video grabado con un teléfono móvil de la sangre que tuvo que limpiar. Con la ayuda de los canales de Telegram bielorrusos he visto más televisión bielorrusa que durante los años que viví en el país. Todos estos son videos de violencia policial grabados por personas particulares con sus teléfonos móviles, que luego difundieron al mundo. Esto, junto con la protesta parcial autoorganizada y autónoma, es una versión de la polifonía, el recurso literario predilecto de nuestros escritores Ales Adamovich y Svetlana Alexievich. Esta es nuestra tradición.


‘Este es un movimiento partidario de una nación partidaria' / Reflexiones de la poeta bielorrusa Valzhyna Mort sobre la agitación de su país




THIS BLOOD IS NAMELESS, BONELESS, VOICELESS
by Valzhyna Mort

What’s happening in Belarus is unique. We don’t want to sacrifice a single life: in Belarus, there’s nothing but the blood of our people under our feet. This blood is nameless, boneless, voiceless. To be born in Belarus means to inherit fear and fearlessness, shame and shamelessness, voice and voicelessness. But one thing is certain: to be born in Belarus means to inherit a great invisibility and self-reliance. Planting vegetable gardens, making preserves for the winter, sowing, fixing things, reading, showing up to educational and cultural events: these are all political activities of self-reliant people who feed themselves, clothe themselves, and educate themselves. This is why what we are witnessing in the past three days and nights is unlike protests we've seen elsewhere. This is a partisan movement of a partisan nation that has been surviving on self-reliance for centuries.

The internet in Belarus is shut down, and yet, I have just watched a brief interview with a janitor at a subway station who shows a mobile phone recording of the blood she had to clean up. With the help of Belarusian Telegram channels I’ve watched more Belarusian TV than during my years in Belarus. All these are videos of police violence recorded by private individuals onto their personal mobile phones and then shared with the world. This, along with the self-organised, non-centralised street partisan protest, is a version of polyphony, the favourite literary device of our writers Ales Adamovich and Svetlana Alexievich. This is our tradition.


‘This is a partisan movement of a partisan nation': a Belarusian poet reflects on her homeland's turmoil






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