Diosdado Cabello |
DIOSDADO CABELLLO
El segundo hombre de la revolución venezolana, el teniente Diosdado Cabello, ha tenido la desfachatez de decir que todas las movilizaciones y alborotos latinoamericanos se deben a que un “terremoto chavista” está soplando sobre el continente. No parece haberse enterado de que 4,5 millones de venezolanos han huido de su país para no morirse de hambre, porque en la Venezuela socialista de estos días sólo comen como es debido quienes están en el poder y sus compinches, es decir, aquellos que roban, trafican y disfrutan de los típicos privilegios que las dictaduras de extrema izquierda (y las de derecha, a menudo) conceden a sus súbditos sumisos. No es imposible que agitadores venezolanos, enviados por Maduro, hayan enturbiado y agravado las reivindicaciones de los indígenas ecuatorianos y hasta echado una mano a Cristina Kirchner en su retorno al poder, medio oculta bajo el paraguas del presidente Fernández, pero en Chile, desde luego que no. Que en la cúpula venezolana celebren con champán francés los dolores de cabeza del Gobierno de Piñera está descontado. Pero que sea el motor de la revuelta es inconcebible, por más que fueran los niñitos bien quienes quemaron 29 estaciones del metro de Santiago y pusieran pintas a favor del socialismo del siglo XXI. (Lo paradójico es que estos niñatos ni siquiera se pagan el pasaje de metro: su carnet escolar los excluye de ese trámite).
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