sábado, 15 de noviembre de 2025

Un personaje / Nietzsche



La reflexión del filósofo Nietzsche sobre la vida y el dolor: "La felicidad de mi existencia, tal vez su carácter único, se debe a su fatalidad"

Nietzsche nos plantea que en la vida no hay felicidad sin fatalidad. Lamentarse por las desgracias es, por tanto, una auténtica locura. Solo en los momentos complicados podemos encontrar la fuerza para ser felices.


Entonces, ¿por qué huimos del dolor? ¿Por qué rechazamos el sufrimiento? Quizá porque no hemos entendido, como lo hizo Nietzsche, que sufrir no solo no es tan terrible como imaginamos, sino que podría ser la verdadera fuente de la sabiduría.


El sufrimiento nos hace sabios

La vida de Nietzsche estuvo llena de sufrimiento. Desde joven sufrió fuertes migrañas y episodios de visión borrosa, así lo cuenta en el capítulo de ‘Ecce Homo’ que titula: ‘Por qué soy yo tan sabio’.

“Para captar los signos de elevación y decadencia poseo yo un olfato más fino que el que hombre alguno haya tenido. Conozco ambas cosas, soy ambas cosas”, escribe en el mismo capítulo. Y es que, como narra el filósofo, fue durante uno de los episodios más intensos de su enfermedad, en 1879, cuando tras abandonar su cátedra en Basilea escribe dos de sus más grandes obras. La primera, ‘El caminante y su sombra’, “Indudablemente, yo entendía entonces de sombras”, alude. La segunda, ‘Aurora’, “la perfecta luminosidad y la jovialidad”.

Su enfermedad, revela Nietzsche, el dolor constante y el terror a perder la vista, no lo hizo más débil. No lo alejó de su potencial. Al contrario, lo convirtió en un sabio. “Poseía yo una claridad dialéctica par excellence y meditaba con gran sangre fría sobre cosas a propósito de las cuales no soy, en mejores condiciones de salud, bastante escalador, bastante refinado, bastante frío”, llega afirmar en el libro, a cerca de una de sus crisis más dolorosas.

Una actitud estoica

Quien ante un dolor (de la mente, del cuerpo o del alma) se derrumba, está enfermo por dentro, diría Nietzsche. Y es que él, que se consideraba experto en la decadencia, también afirmaba ser justo lo contrario: un hombre que se sanó a sí mismo.

¿Cómo? Por medio de la virtud, como dirían los estoicos. Una palabra que Nietzsche, desde luego, no usaba al azar. De hecho, él ni siquiera habla de virtud en su ‘Ecce Homo’, puesto que se consideraba “más sátiro que santo”. Sin embargo, a la hora de afrontar el sufrimiento y la enfermedad se consideraba radicalmente saludable, porque jamás elegía para sí mismo ni para quienes les rodeaban aquello que no consideraba bueno.

Así describe Nietzsche al hombre saludable —al que sin duda los estoicos llamarían virtuoso—:

Nietzsche

En 'Ecce Homo', Nietzsche se define como un hombre profundamente saludable, capaz de sanarse a sí mismo por medio de la filosofía. 

ISTOCK

“A él le gusta solo lo que le resulta saludable; su agrado, su placer, cesan cuando se ha rebasado la medida de lo saludable. Adivina remedios curativos contra los daños, saca ventaja de sus contrariedades; lo que no lo mata, lo hace más fuerte. Instintivamente, forma su síntesis con todo lo que ve, oye, vive: es un principio de selección, deja caer al suelo muchas cosas. Se encuentra siempre en su compañía, se relacione con libros, con hombres o con paisajes, él honra elegir, al admitir, al confiar. Reacciona con lentitud a toda especie de estímulos, con aquella lentitud que una larga cautela y un orgullo querido le han inculcado, examina el estímulo que se acerca, está lejos de salir a su encuentro. No cree ni en la desgracia ni en la culpa, liquida los asuntos pendientes consigo mismo, con los demás, sabe olvidar. Es bastante fuerte para que todo tenga que ocurrir de la mejor manera para él.”

Lo que no te mata, te hace más fuerte

Con este breve discurso con el que, confiesa el filósofo, se está describiendo así mismo, Nietzsche nos deja la fórmula de la sabiduría. Una que permite convertir la fatalidad inevitable en la más grandiosa de las oportunidades. Para seguir sus pasos, debemos:

  • Controlar el deseo. El deseo es enemigo de la felicidad, nos dirían los estoicos. Nietzsche es algo más flexible al respecto, pero nos asegura que el hombre “saludable” es capaz de postergar el placer cuando rebasa la medida de lo saludable.
  • Ver el fracaso como oportunidad. Nietzsche nos adelantaba lo que, en la actualidad, los expertos en la ciencia de la felicidad proclaman. Y es que de las adversidades siempre podemos sacar oportunidades. La resiliencia es el mayor predictor de felicidad del ser humano.
  • Seleccionar con que te quedas. El pensamiento crítico era esencial para Nietzsche, que nos adelante que su virtud tiene que ver con un refinado proceso de selección. Aquello que sirve, se queda. Lo que no, se deshecha.
  • Abrazar la soledad. Para Nietzsche la soledad no es un problema, no cuando uno sabe convertirse en su propia compañía. Es otro de los principios esenciales de su “hombre saludable”.
  • Reaccionar con lentitud. El filósofo alemán sabía que las prisas eran malas compañeras para la reflexión, por lo que aconsejaba reaccionar siempre con calma ante los estímulos.
  • Aceptar el destino. Para acabar, el alemán introduce sutilmente su ‘amor fati’, asegurando que este hombre recto es bastante fuerte para todo lo que le tenga que ocurrir, porque sin duda, si así sucede, es porque así debía suceder. Lejos de la queja y la costumbre de lanzar culpas, Nietzsche nos invita a responsabilizarnos de nuestro propio destino y abrazarlo. Porque, “lo que no te mata, te hace más fuerte”.


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