Kaoru Yamada
El actor inglés, aunque suene increíble, nunca ha ganado el Premio Oscar y su última nominación fue hace casi 30 años.
Hace cosa de dos años se estrenó una película alemana en Netflix que podía haber sido una más, una de esas producciones europeas que llenan los ojos a algunos suscriptores de la plataforma, se cuelan en algún top, y poco más. Sin embargo, esa película se convirtió en el último gran fenómeno del cine bélico, cosa con lo que los alemanes siempre tienen asuntillos que tratar. Esa película era Sin novedad en el frente y se llevó 4 Premios Oscar de 9 nominaciones. Por entonces, justificamos la sorpresa en que se trataba de una producción alemana, y que encima nos llegó directa a streaming. Creíamos haber tenido la lección aprendida, pero entonces llegó la siguiente película de Edward Berger, Cónclave.
Esta vez las señales eran más evidentes. Para empezar, se trataba de una producción en inglés y con nombres como Stanley Tucci, John Lithgow e Isabella Rossellini en el reparto. El protagonista es nada menos que Ralph Fiennes, dos veces nominado al Premio Oscar e interpretes de personajes tan célebres como M, de James Bond, o Voldermort, de Harry Potter. Cónclave, además, se ha estrenado en cines y sus sesiones suelen acabar con aplausos de un público entregado. Pero ni eso ni sus 6 nominaciones a los Globos de Oro parecen haber conseguido que la veamos como una seria candidata a película del año. Cónclave puede ser la gran sorpresa, esa película de consenso que acaba satisfaciendo a casi todo el mundo, y que gusta por cómo está hecha y como está interpretada. Es una de esas películas que funciona, y que incluso te regala una sorpresita en su final para que salgas del cine comentándola.
Sin embargo, quizás por su temática, la de un cónclave de cardenales para elegir al nuevo Papa, lo de las discusiones en Twitter y la viralidad parecen no llegarle. Pero aquí estamos, pensando que Cónclave puede ser una seria candidata a los Premios Oscar, sobre todo por su reparto. Ralph Fiennes, como habéis leído antes, no ha ganado nunca un Premio Oscar. De hecho, solo ha estado nominado dos veces, en 1994 y en 1997, por La lista de Schindler y El paciente inglés respectivamente. Este premio le vendría como anillo al dedo y es que para muchos su encarnación de este cardenal en medio de tanta intriga es el mejor papel de su carrera.
Cónclave le da méritos a Fiennes sobrados para ganar un Oscar pero es que además su candidatura tiene ese aire de justicia, de honorífico, de corregir una falta hacia un actor que extraña por no tener el premio en su vitrina. Pero el inglés tiene otra ventaja, y es que seguimos (y menos mal) en la era de los personajes femeninos. Podríamos elegir diez candidatas fuertes al Oscar a Mejor Actriz y nos quedaríamos muy cortos. De hecho, algunas favoritas al premio como La sustancia, Wicked oEmilia Pérez, solo tienen protagonistas femeninas. El camino hacia los premios de Mejor Actor protagonista está mucho más despejado. Solo suena con fuerza Adrien Brody por The Brutalist, película que llegará a España a finales de enero.
La batalla estará entre ambos, pero que a nadie le extrañe que Ralph Fiennes se lo lleve por una película que está volviendo a hacer más ruido de lo que parece.
La palabra “espóiler” es un periodistismo de tomo y lomo. Bueno, esta frase suena contradictoria, porque los periodistismos no suelen caracterizarse por aparecer en los libros, sino en diarios, emisoras y canales televisivos. Rara vez se hallan en ejemplares con lomo o divididos en sesudos tomos.
Las academias acaban de incorporar al Diccionario este anglicismo, tras documentar que acumula numerosos registros y deducir que, por tanto, merece figurar ya en el léxico que explica lo que significan las palabras con las cuales podemos toparnos al hablar en español.
Decisiones como esta suelen festejarlas quienes llenan su expresión pública de extranjerismos que ni ellos mismos entienden cabalmente y que no añaden nada al vocabulario común pero refuerzan los extendidos complejos actuales sobre la supuesta superioridad del inglés.
La nueva definición (dejamos aparte la relativa a los alerones de aviones o coches) señala: “Espóiler. Revelación de detalles importantes de la trama o el desenlace de una obra de ficción, que reduce o anula el interés de quien aún no los conoce”. La advertencia añadida de que también se usa en sentido figurado ataja las eventuales críticas por el sintagma “una obra de ficción”, pues asimismo se nos puede revelar inoportunamente el desenlace de un documental o el de un partido que hemos grabado para verlo en diferido sin conocer el resultado.
El ejemplo ilustrativo que agregan las academias dice: “Dime si te ha gustado la serie, pero no me hagas un espóiler”. Y podemos preguntarnos: ¿Cómo se decía eso antes? ¿Cómo pedían nuestros antepasados que no les hicieran espóiler con una novela, o con una película en blanco y negro? ¿Cómo suplican los niños que sus abuelos no les anticipen el desenlace de Verano azul y de su mítico Chanquete? Pues diciendo “no me cuentes el final” (“no me cuentes la trama, “no me destripes la película”, “no me revientes la serie”).
“Espóiler” es la españolización de spoiler, que en inglés equivale a “estropeador”, “arruinador” (de to spoil: arruinar, estropear). Así que quienes han repetido tantas veces “no me hagas un spoiler”estaban diciendo “no me hagas un estropeador”. (Ya señalaba antes que a veces no saben lo que dicen). Habría tenido más lógica “no seas un spoiler” (no seas un estropeador).
¿Y por qué me parece esto un periodistismo? Por mi propia percepción, y también por lo que observo en el banco de datos de la Academia, donde este spoiler aparece en 175 documentos, además de otros dos “espoiler”, sin tilde. El más antiguo –un texto digital con faltas de ortografía– data de 2005. De los testimonios escritos, 142 se extraen de medios informativos (33 se refieren al alerón de un coche) y solamente 28 aparecen en libros (dos son diccionarios), entre ellos apenas 8 novelas (hay un noveno caso, pero equivalente de “alerón”). Entre estos ocho autores de ficción figuran dos periodistas, un humorista y un seudónimo opaco muy popular en las redes. No hallo en la relación a ningún escritor consagrado, salvo, quizás, un periodista que ganó el Planeta. Por áreas geográficas, España reúne casi el 60% de las citas, y el 40% restante se divide entre los otros 20 países hispanohablantes.
Sea como fuere, “espóiler” ya está en el Diccionario, y ello les resultará útil a quienes quieran conocer con precisión qué significa. Esto no presupone que sirva para nombrar algo que sin tal palabra tendríamos que señalar con el dedo; ni que los buenos lectores la vayan a considerar elegante. Pero, en fin, si a los periodistas les gusta, o no les llegan las críticas al respecto, allá películas.
Alice Munro
SOBRE LA ESCRITURA
Por lo general, tengo un buen grado de conocimiento de la historia antes de comenzar a escribirla. Cuando no tenía tiempo para dedicarle a la escritura, las historias se la pasaban dando vueltas en mi cabeza durante tanto rato que para cuando lograba sentarme a escribirlas ya estaba metida en ellas a fondo.
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Nunca sé -al menos, por lo general no sé- de qué extensión va a ser una historia. Pero no me sorprende. Le doy todo el espacio que necesite.
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De muchas maneras, he estado escribiendo historias personales toda mi vida.
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Jamás he llevado un diario. No me sobra energía literaria. Siempre me sorprendió que Virginia Woolf tuviese tiempo para llevar un diario además de escribir novelas y ensayos. No puedo entender cómo se las arreglaba.
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En realidad no entiendo las novelas. No entiendo cuándo se supone que tiene que hacer su entrada la emoción en una novela, y sí sé cuándo debe hacerlo en un cuento. Hay un tipo de tensión que, si voy pudiendo escribir la historia, puedo sentir enseguida. Y no siento eso cuando intento escribir una novela. De algún modo, busco un momento que sea explosivo, y quiero que todo esté concentrado en eso.
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De cualquir modo, no me importa si lo que escribo es un cuento -clasificado como un cuento- o qué. Es una obra de ficción. Eso es lo que es.
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Mi idea era escribir novelas, pero empecé a escribir cuentos porque era para lo único que podía hacerme tiempo. Entre las tareas de la casa y el cuidado de los chicos, nunca habría tenido tiempo de escribir una novela. Y después fue como si el formato del cuento -en realidad, una forma más bien inusual de cuento, por lo general una forma de relato bastante largo- fuese lo que quería hacer.
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Una colección de relatos, no una novela. Eso ya supone una decepción. Parece mermar la autoridad del libro, da la impresión de que la autora se queda a las puertas de la literatura en lugar de encontrarse acomodada dentro.
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No le muestro a nadie lo que estoy escribiendo.
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Escribo sin pensar si hay un tema de fondo, pero sé que una idea sólo me interesa si tiene alguna complejidad moral, si tiene varias aristas.
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Mientras trabajaba en mis primeros cinco libros, seguí deseando estar escribiendo una novela. Pensé que hasta que escribiste una novela, no te tomaban en serio como escritor. Antes me preocupaba mucho, pero ahora ya no me preocupa nada y, además, ha habido un cambio. Creo que las historias cortas se toman más en serio ahora que antes.
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Tal vez escribo historias con las que la gente se identifica; tal vez sea por la complejidad y las vidas que presento. Espero que sean una buena lectura. Espero que movilicen a la gente. Cuando me gusta un relato es porque tiene un efecto.
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Los bebés finalmente dormían la siesta, quisieran o no, y entonces yo me ponía a escribir. (…) Quizá habrían sido más felices si yo les hubiese dedicado más tiempo y menos a mi literatura, no lo sé. Pero para mí no era una opción, sentía que tenía que luchar por ese espacio propio donde no era ni mujer ni madre
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Trabajo lento; siempre es difícil -o casi siempre es difícil. He estado escribiendo desde que tenía veinte años, y ahora tengo ochenta y uno. Mi rutina ahora es levantarme a la mañana, tomar café y empezar a escribir. Y después, un poco más tarde, quizás me tome un recreo y coma algo y después siga escribiendo. La escritura en serio es la que hago a la mañana. No creo que pueda usar mucho tiempo al principio; deben ser alrededor de tres horas. Sí reescribo mucho, reescribo y después pienso que ya está todo listo, y lo mando. Y después me dan ganas de reescribirlo un poco más. A veces me parece que un par de palabras son tan importantes que les pido me devuelvan el libro para poder ponerlas.
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La vida de la gente es suficientemente interesante si tú consigues captarla tal cual es, monótona, sencilla, increíble, insondable
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Lo único que hago es recordarle a la gente lo que nadie puede soportar que le recuerden.
Esta ficción ambientada en el espacio fue la ganadora del prestigioso Booker Prize de 2004. “Una carta de amor a nuestro planeta”, sentenció el jurado. Un grupo de seis astronautas está en la Estación Espacial Internacional y contemplan la Tierra que rodean una y otra vez para reflexionar sobre nuestro mundo, el duelo y la soledad. A la venta el 22 de enero.
La novela victoriana, con su ambiente de época y esas resonancias de lujo campestre, parece encaminar al lector hacia el cuento de hadas. Pero a veces ese cuento se convierte en una historia de terror. Tras el impacto de La señora March, vuelve Virginia Feito y nos traslada a la perturbada Ensor House con sus secretos y perversiones. A la venta el 9 de enero.
Un país que podría ser próspero gracias al petróleo, vive atrapado en la crisis. Lo que se explicó como el socialismo del siglo XXI, ha acabado transformado en autoritarismo caótico y corrupto. Las alianzas no son con democracias, sino que la prioridad es Rusia. Para entender Venezuela, pocos libros mejores que el reportaje de José Natanson. A la venta el 9 de enero.
Vuelve Jean Ezequiel, el periodista obsesionado por el true crime. El alter ego de Juan Carlos Galindo investiga el caso de una joven desaparecida ahora que se ha descubierto una nueva pista. La irrupción de otro crimen en la acción fuerza la pregunta: ¿será un asesino en serie? La novela es un viaje por el lado oscuro del alma en la monumental Segovia de 2022. A la venta el 16 de enero.
Dramaturgo de éxito y autor de obras también para la televisión, el escritor inglés Simon Gray destacó también como memorialista. Diarios de un fumador es una obra de culto y una pieza de humor sombrío, escrita cuando su estética estaba desconectada del teatro de su tiempo y veía cómo envejecía mientras la mortalidad de sus amigos le aproximaba a la suya. A la venta el 20 de enero.
En la lista de las 100 mujeres de 2023 de la BBC estaba la exiliada Daria Serenko. Si Chicas e instituciones era un retrato del país de Putin partiendo de las mujeres que sufren acosos en el estado cultural, Deseo cenizas para mi casa, publicada en ruso en Tel Aviv, es una potente autoficción concebida cuando estaba encarcelada por difundir “simbología extremista”. A la venta el 20 de enero.
Esta poeta y traductora alemana, nacida en 1935, vive en Estados Unidos desde mediados de los cincuenta, escribe en inglés y en 1986 publicó El pañuelo de la hija de Pipino. Su novela clásica, evocadora y extraña, la protagoniza un matrimonio mal avenido y su historia familiar se cruza con el ascenso del nazismo. A la venta el 20 de enero.
No es fácil que Sally Rooney te escriba una carta de presentación. Lo hizo para Western Lane, de Chetna Maroo: “Una hermosa y sugerente novela sobre el duelo, sobre crecer, sobre perder y ganar, cuyos personajes y escenarios permanecerán en mi memoria por mucho tiempo”. El duelo es el de Gopi por la muerta de su madre y es jugando a squash cuando la protagonista más adentro va para entender y procesar su dolor. A la venta el 27 de enero.
Si alguien podía escribir una novela biográfica sobre Nicolas Jenson era el maestro del diseño gráfico Enric Satué. Discípulo de Gutenberg por encargo del Rey de Francia, Jenson abriría un taller en Venecia. Allí, junto a sus colaboradores, inventaría la edición moderna y fundaría el arte tipográfico. Satué ha sido uno de sus mejores discípulos. A la venta el 29 de enero.
El realismo mágico no es patrimonio de una única tradición literaria. En Italia uno de sus mejores representantes fue Massimo Bontempelli. Gente en el tiempoarranca con una profecía de la Gran Vieja en su lecho de muerte: convoca a su familia para anunciarles que ellos también morirán pronto. La relación con la fatalidad es el tema de la novela. A la venta el 31 de enero.
Dice Leda Petit: “Está imagen mía, tomada en mitad de la actuación, parece estar haciendo las rondas de internet en este momento. Tristemente, en su mayoría sin acreditar al increíble fotógrafo que lo tomó. Así que aquí hay un agradecimiento a Jocelen Janon “
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Tres partes de una fotografía tomada en el Whisper 150 Speakeasy Club de Auckland de Nueva Zelanda.
Ella, la maga, es Leda Petit, reina burlesque del club.
Por el fotógrafo neozelandés Jocelyn Janon de la serie «The Entertainers» (2015).
Las dos primeras son un fragmento de la foto, en B/N y color, y la última es la foto completa.
via @laurafranchmartinez @culturainquieta #culturainquieta @jocelyn.janon
José Fernando Duque Cárdenas
LA SEÑORITA CAROLINA
Ya acabaste con el patriarcado, y con el capitalismo, Carolina. Es un arribismo el HP. Y toca decirle "doctora". Siempre tiene que estar poniendo la torta. Como en el evento con Matador. La seudofeminista diletante. Se cree la niña terrible de la literatura colombiana. Y así. El circo máximo de la "escena" "cultural y literaria" de Godombia. Ridículos. Cuando no son mamertos "políticamente comprometidos", son progretontos o progrefachos. Lo importante es estar en el "mercao". Y está bien. Si les gusta estar en el mercao, pues bien. Pero no la trepen. Es un desfile de idiotas el HP. Cuando no es la vieja histérica de Fernando Vallejo, es el sapo de William Ospina, o el idiota de Héctor Abad. O la Reina Sofía de la Poesía. Por Dios. Si esto es un cagadero. Una serie de pequeñas mafias. Sin escrúpulos. No todos los escritores, aclaro, no todos. Pero es el común denominador. Si Mario Mendoza decide no apoyar más al payaso de Petro, le caen encima todos los idiotas petristas a descuartizarlo. Déjenlo. O un idiota a quien nunca he leído, pero que me cae como un culo, un tal Efraim Medina. Oh, Mario Mendoza es un "mediocre". Allá él, cuáles son los criterios para juzgar. Yo qué voy a leer a ese perro del tal Efraim. Para eso ya nacieron Dostoyevsky y Stendhal, Balzac y Dickens. Y gente muy grande en este mundo. Colombia no es nada, Colombia es un puto circo provinciano de gentes alzadas, arribistas, impotables, copialinas de las copialinas. No sigo a esta gente, ni la voy a leer, me valen güevo. Sigo a lo sumo unos tres o cuatro escritores "reconocidos". Y por qué. Porque conozco cómo son las mafias de este país, los embustes, la idiotez, la hipocresía, las roscas, es que no aguanta. Pues muy bien, escriban y publiquen, es su derecho. Pero no sean mañosos. No la trepen. Por lo demás, cuál es el nivel de la "crítica" de este país. Flojo. Casi nadie entiende qué es la crítica. Crítica no es criticonería (que es la fácil, la diaria, la que hacemos todos los días). Crítica es otro asunto. Pero viva el "mainstream". Si Rusia invade Ucrania sale Héctor Abad chillando por Ucrania, tomándose la selfie en Ucrania. Pa posar de "bueno". Pendejo ridículo. Acaso quién es él. ¿Va a detener la guerra? Nunca. Ni siquiera entiende qué es la historia de esa región complejísima, porque no la entiende. Si viene el problema palestino, todos somos expertos en Palestina, y tenemos que posicionarnos. "Viva Palestina libre". Pamplinas. Por favor, seamos más serios. Todo el puto mamertismo de izquierdas o los progres o los genios adelantados de la comarca metiendo embustes. Ese problema de Israel lo comprende muy poca gente. Pero no. "Viva Palestina libre". Por favor. No meditamos nada. Eso es lo que pasa, y eso es la telecomunicación ultrarrápida de los medios contemporáneos. El escándalo del "presente". Quién es la Sanín. Nadie, una vieja ridícula y escandalosa que se las sabe todas. Oh, muy bien. Le hace falsos psicoanálisis a Petro desde la tribuna de Revista Cambio. De dónde la muchachita ridícula y atorrante salió psicoanalista y con qué derecho hace psicoanálisis. Otra cosa es que Petro nos caiga mal, digámoslo, es un HP a la carrera Y ya. Pero, ¿psicoanálisis? Eso es pa sabios, no pa tontarrones. Cuál es el nivel crítico de la Sanín. o de la loca de Elsy Rosas. O de la protofeminista diletante de Catalina Ruiz Navarro, una plagiaria y ladrona que pretende censurar a Gabo. Ninguno. Navegan en la bobalicobería institucionalizada. Todo lo han leído y ya todo lo saben. Tenaz, asombroso, qué nivel de sabiduría tan HP. Entonces se quieren cagar en Gabo porque sí, "las niñas terribles". Tampoco. Gabo es Gabo, no lo considero lo mejor, pero por Dios, no seamos tan babosos. La crítica es otro asunto. Valora en su justa medida, trata de comparar con criterios mínimos de validez, y de demostrar. Pero la cochinada y mediocridad de nuestra República de las Letras es una chimba. Un compañero de Universidad, de quien me reservo su nombre, intentó mostrar el encumbramiento al que había sido sometido Silva a través de estrategias discursivas, de mitos y de mentiras, y la influencia y el poder de ciertas élites, pero no podía hablar. Ya se estaba metiendo problemas con losdefensores de la grandeza mayestática de Silva. Y quién lo leyó. Nadie. Su tesis dormita en los anaqueles de la Universidad. ¿A ver? Yo no me atrevo a hacer una crítica de literatura. Pero sí digo cómo es la mezquindad infame de tanta gente que posa en busca de los laureles y la gloria. Pongan un Título Nacional de Poeta y todos somos merecedores de semejante rótulo tan HP. Yo leo a mis amigos, y sale, que es ya mucho decir, para ser honestos. No nos aprovechemos de los demás. No seamos HP. Entonces en esta comarca hay poetas oficiales, los poetas oficiales de la divina izquierdita anacrónica prosoviética y procubana o progretetonta, da lo mismo, y son unos pelles, mafiosos, y toca aplaudirlos. O son de la falsa aristocracia bogotana, como esta vieja tontarrona, y todo lo que ella diga es palabra de Dios. Váyanse pa la porra. Y seguiré escupiendo sobre toda esta ralea. Ja. Claro que yo me cago de la risa. Yo no escribo ná. Lo poco que escribí lo tengo bien guardao pa no hacer el ridículo. Pero, hombre. Después de tanta mierda en este mundo, dos guerras mundiales, y demás, y estamos en otra, ardiendo, cuáles son nuestras pretensiones de fama y gloria. Sobran. No hay nada más que decir, nuay ná que agregar. Hay escritores que vivieron los campos de concentración, los exilios, las cárceles, que vieron morir a mucha gente, quiénes somos nosotros: Nadie. Somos una especie carroñera, carnicera, miserable, banal y decadente. Feliz año, y me perdonan los panfletos, pero me emputa tanta miseria en este país de cafres y de HP. Feliz Año Nuevo y tómenla como quieran. Adiós. Hasta pronto. Volveré. Y un abrazo pa los pocos que me quieren. Y quienes no, cómanse un tarrao de m. pura. Porque qué catrehijos de puta que somos en todos lados.