Cristina Peri Rossi |
Cristina Peri Rossi
ESCRIBO CONTRA LA FUGACIDAD
Escribo contra la fugacidad y la muerte de todas las cosas, del instante efímero, igual que el hombre primitivo pintó el bisonte en la pared de su cueva seguramente en la época en que los bisontes habían emigrado. Escribo porque las cosas están en permanente trance de desaparecer, es decir: no están. Quiero decir: porque no tenemos ni poseemos más que transitoriamente. Yo tengo la obsesión de fijar, la voluntad y el deseo de que las palabras sean una forma de permanencia. A la vez, supongo que no escribo para nadie determinado, aunque saber que tal o cual cuento o poema provocará una sonrisa cómplice e inteligente en una mujer sensible y lúcida, es siempre un estímulo. Más allá de esa mujer en particular, que toma café conmigo o me lee un fragmento de Borges en voz alta, y que por supuesto no es siempre la misma (a veces no le gusta Borges y bebe vodka, en lugar de café) no alcanzo a imaginar otra cosa. Uno puede saber que hay cinco lectores que viven en tal o cual calle, pero no puede imaginar a dos mil o a veinte mil. Por ejemplo, mis cuentos de "La tarde del dinosaurio" se editaron en diez mil ejemplares en Polonia, pero eso me deja fría: no conozco a ningún polaco, nunca estuve en Varsovia. De modo que es una abstracción. Y es que esto es como las catástrofes: uno puede representarse la muerte de cuatro o cinco personas, pero si son mil es lo mismo que si fueran tres. No me interesa el sexo, la nacionalidad o la época de mis lectores, sino ese espacio de complicidad que crea la página, para la cual también es indiferente que yo sea rubia, delgada, joven o vieja.
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