jueves, 22 de mayo de 2025

Casa de citas / Diego Niño / Jim Morrinson





Diego Niño
JIM MORRINSON

En 1996, en el furor de mi adolescencia, soñaba con ir al cementerio Père Lachaise para tomarme una foto en la tumba de Jim Morrison. Me imaginaba al lado de su estatua, con una sonrisa orgullosa de cumplir mi sueño. Ese mismo año me enteré, por un artículo que leí en la hemeroteca de la Luis Ángel Arango, que la estatua había sido robada ocho años atrás. Continué imaginándome en la tumba, pero el delirio de la foto desapareció porque faltaría la legendaria estatua, que era la razón por la que quería entrar a ese cementerio. 

En eso pensé hace cinco minutos, cuando leí la noticia de que encontraron la estatua. Lo curioso es que no la buscaban. Probablemente nunca lo hicieron. Los policías, si es que se denominan de esa manera, allanaron una casa a causa de un fraude financiero. Imagino la cara de sorpresa de La Brigada Financiera y Anticorrupción al encontrarla en la sala. Supongo que alguno de ellos es (o fue) admirador de Morrison porque la reconoció y lo comunicó a sus superiores. Hubo llamadas, oficios, peticiones, órdenes, hasta que alguien dispuso que llevaran la figura a una estación de policía. Por ahora, nadie sabe qué sucederá con la estatua, atestada de dibujos y rayones que trazaron desconocidos durante treinta y siete años. Lo único que resuena en mi cabeza es la pregunta si mi deseo regresaría cuando la escultura retorne a su lugar. Y, lo que es más complejo: ¿tendré la oportunidad de tomarme la foto o será otro de los sueños que no se hicieron realidad?


21 de mayo de 2025

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