miércoles, 1 de enero de 2020

Triunfo Arciniegas / Diario / Balance



Triunfo Arciniegas
BALANCE

Es inevitable el balance. Estaba pensando que el 2019 había sido un mal año. De hecho, un año terrible. Y no fue así. Alejandra me hizo caer en cuenta que el negocio de la casa de Cuatrovientos es de 2019. Y que por fin me hice la cirugía del ojo derecho. Alejandra se hizo la suya antes de mitad de año y fue el impulso para la mía. Estaba viendo a una distancia de tres o cuatro centímetros y ahora tengo una visión 20 / 20. Le podría ayudar a buscar las agujas a Superman. El record de libros publicados por año estaba en tres, y lo rompí con La última lágrima (Panamericana), La gallina y el monstruo (Cataplum), Dulce animal de compañía (Alfaguara) y Cuentos (Debajo de las estrellas, Eafit). Sólo la publicación de la novela en Alfaguara hubiera hecho el año. Así que el  2019 me deja casa, ojo y cuatro libros.




René y yo hemos terminado el lío de dos años de la Ford Explorer, una camioneta venezolana. Un espantoso lío que me dejó enfermo. Compré la camioneta en diciembre de 2017, pero Walter demoró un año en entregármela. Habíamos reservado tres millones y tres meses para probar el estado del vehículo, que pasó algunos años guardada en un solar. No estaba en las condiciones esperadas cuando la recibimos y la metimos al taller. El mecánico, para colmo de males, demoró un año en hacer el trabajo. Fue nuestro mecánico, pero ya no más. Cuando fui a arreglar cuentas con Walter, no quiso responder por las reparaciones  y decidió que nos fuéramos de pleito. El y René no pudieron arreglar las cosas, incluso se amenazaron. Me llevó semanas llevar a un acuerdo con Walter: perdí otro millón pero ya no tengo esa angustia. En total, con este negocio, he perdido unos veinte millones debido a la avaricia de Walter, la pereza del mecánico y la devaluación del socialismo del siglo XXI. Ha sido el peor negocio de mi vida. Walter dice que hace tres años esa camioneta costó cuarenta millones, y ahora no dan ni doce.

René puso el pecho. No sólo trató con Walter sino hizo cuatro viajes a Socorro. El primero en diciembre de 2017, para hacer los papeles de la Blazer, una camioneta colombiana que entregamos como parte de pago por la Explorer. Pagamos impuestos, Soat y el examen técnico mecánico, pero no se concretó el traspaso. En estas semanas René tuvo que viajar tres veces a Socorro: siempre faltaBA un papel, siempre faltaba un trámite. Una situación absurda, kafkiana: cada vez exigían otro documento que no estaba en la lista. Pagué los impuestos de estos dos últimos años, que no me correspondían porque ya Blazer ya no estaba en mi poder, e incluso pagué una vez más el técnico mecánico. Ahora esperamos que nos envíen por correo la tarjeta de propiedad a nombre de Walter. Se la entregamos y ya no más. Nunca más.

Tan aficionado que he sido a los carros, pero con este negocio quedé hasta la coronilla. Le he dicho a René que ya no voy a joder más. El sueño de la Hammer se quedará en veremos.



Así que casa, ojo, libros y camioneta. Y la lista sigue. El par de diligencias con el magisterio, tan postergadas, están a punto de cuajar. Año tras año, y por casi diez, dejaba para luego estos asuntos. Renuncié al magisterio hace diez años y al fin cierro este pesado ciclo. No me arrepiento de haber dejado el magisterio. Todo lo contrario, debí dejarlo mucho antes. En una próximo vida ni por el putas seré profesor.

Del frágil e intermitente mapa de los amores no hablo acá, me lo impide el pudor. Amores y caos, en mi vida, parece que van de la mano. 

En fin, los líos que uno tras otro son la vida, así podría llamarse esta entrada. He resuelto líos que no permitían otro plazo: el ojo y las cesantías del magisterio se hubieran perdido en el 2020, por ejemplo. He resuelto líos pero he estado deprimido y enfermo desde hace meses. He resuelto líos pero la escritura se ha perjudicado. He resuelto líos y sigo siendo un hombre solo. Ya veremos como se comporta el 2020.


No hay comentarios: