La hierba del mediodía Foto de Alejandra Arciniegas |
Triunfo Arciniegas
Vuelvo al Sur
8 de enero de 2020
A medianoche subí los blogs. Dos horas después me fui a la cama y terminé de ver una película en Neflix. Dormí un rato, muerto de frío porque cuando estoy pintando mantengo todas las ventanas abiertas, y salí con Toto del Carmen. Nos amaneció durante el paseo. Pensaba en casas y líos. Pensaba que el dinero de las cesantías, que demoré diez años en reclamar, se van para las casas del Carmelitano y Cuatrovientos: voy a hacer maravillas. Pensaba que estoy resolviendo los más antiguos problemas. Ayer se le puso el punto final al asunto de la Blazer, la camioneta que fue parte de pago de la Ford Explorer y dejaron deteriorar hasta el descaro en estos dos últimos años. En este cuarto y último viaje de René a Socorro, como faltaba un detalle en la tarjeta de propiedad, ahora a nombre de Walter, nos vimos obligados a esperar que la enviaran por correo. El envío costó cinco mil pesos pero enviamos cincuenta: una propina generosa para que se vieran obligados, y aun así se demoraron. Otro gasto más, pero no es raro que cada vehículo me cueste un ojo de la cara. Soy un monstruo de ojos. Ayer llegó por fin llegó la bendita tarjeta a Cuatrovientos y de inmediato René fue a llevársela a Walter, con el SOAT y el técnico mecánico. No estaba en la oficina, pero la dejó con su mujer. Así que adiós a catorce años con la Blazer y, sobre todo, adiós a Walter. Nunca más.
Le di la comida a Toto, barrí la azotea y recogí la ropa. Arreglé una entrada en Ficciones y subí una nueva, el dulce tema de Piazzolla que presta su título a estas líneas. Preparé las entradas del humorista británico y presentador de los Globos de Oro 2020 Ricky Gervais para mañana en De otros mundos, y aproveché el impulso para agregar una tercera entrada a Dragon. Luego empecé a preparar el equipaje: la ropa, los libros, los regalitos, la nueva fórmula de los lentes. Llevo dos maletas: una dentro de otra, como muñecas rusas. Enviaré una por Servientrega con sorpresas para Alejandra, un adelanto de su cumpleaños.
Salí a buscar un remedio y luego pasé por la carnicería pero aún estaba cerrado. Volví a casa y seguí pintando Ninguna oscuridad como la mía, el revés de la La hierba del mediodía, que terminé hace dos días. Resulta raro pintar un lienzo por ambas caras, y además uno tan grande: 400 cms por 180 cms. Volví a salir. Como Jaime, mi hermano, no estaba ocupado en ningún tatuaje, le pedí que me acompañara a comprar pintura: se me acabaron el negro y el azul. Estuvo en La Mancha el fin de semana y la encontró muy deteriorada. Reyes metió seis animales cuando habíamos hablado sólo de dos.
Volví con los potes de pintura y la carne y preparé el almuerzo. Vino Alejandra a mediodía y se llevó parte del caldo de carne para compartir con su madre. Tomamos algunas fotos de La hierba del mediodía. Seguí pintando: acabé en un momento los dos cuartos de pintura recién comprados, y todavía no tengo la oscuridad que busco. La dejaré reposando mientras viajo. Ya veré la manera de resolverla. La pintura es, ante todo, meditación.
Alejandra volvió a pasar y miramos si los tiquetes habían bajado de precio. No mucho, por cierto, pero todas maneras separamos un vuelo de Bogotá a Cúcuta y lo pagamos por Efecty. Es la segunda vez que no me funciona la tarjeta de American Express.
Alejandra volvió a pasar y miramos si los tiquetes habían bajado de precio. No mucho, por cierto, pero todas maneras separamos un vuelo de Bogotá a Cúcuta y lo pagamos por Efecty. Es la segunda vez que no me funciona la tarjeta de American Express.
René cumple años mañana. Le di otra bicicleta el sábado. La primera fue cuando cumplió siete años, creo. Se accidentó el mismo día del estreno.
Estoy cansado: voy a dormir la siesta.
Estoy cansado: voy a dormir la siesta.
Y mañana viajo al Sur.
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