Zadie Smith Ilustración de T.A. |
Zadie Smith
THE PARIS REVIEW
I
Ahora estoy leyendo las entrevistas a escritores que ha publicado The Paris Review… Ahí aparecen Truman Capote, Jorge Luis Borges, Ernest Hemingway, Dorothy Parker y todos esos autores maravillosos. Y en todos encuentro algo que evoca mi propia formación: lo que más te puede influir es lo que lees cuando tienes entre 10 y 14 años. Nabokov decía lo mismo. Y es verdad. Debes tener la esperanza de que lo que caiga en tus manos a esa edad sea lo correcto, lo que te forme un criterio a la hora de seguir leyendo, y eventualmente de escribir, si ése es tu camino. Ésa es la razón por la que ahora me siento más del lado de Jane Austen que de Lawrence Sterne, porque entonces leía a Austen. Mucho de lo que leí en esa época se me antoja ahora extraordinariamente significativo. Y con las entrevistas de The Paris Review te das cuenta de que los escritores se dividen, en general, en apolíneos y dionisiacos. Yo me considero más del lado de Apolo. Lo que leí a esa edad contribuyó a formarme. Y ahora intento acercarme a otras obras; intento recordar que debo conocer a ciertos escritores, como Hemingway. Nunca leí a Hemingway.
II
Lo que me asombra de ellas, y sobre todo en comparación con las entrevistas que se hacen en el Reino Unido, es que éstas son combativas, procuran descubrir este lado oculto y misterioso del escritor, lo que en él hay de oscuro… Lo que ocurre en The Paris Review es que los propios autores son invitados a corregir las entrevistas. Normalmente el entrevistador se cree una especie de psicólogo que va a desenterrar algo… Pero cuando le concedes al escritor el poder de preparar su propia entrevista, el resultado puede ser muy revelador. Los entrevistadores de ahora parece que quieren ir a pillar al escritor. Pero en éstas de The Paris Review, en las que el escritor puede revisar, editar y cambiar cosas, se abre la posibilidad de que tú conozcas más de cerca al personaje que en una entrevista normal. Esto lo encuentro fascinante. Hemingway, por su manera de editar y preparar sus entrevistas, se revela como una persona repulsiva. ¡Se ve que siempre quería aparecer como el hombre fuerte y macho…! En cambio, Borges resulta una delicia de persona. En Inglaterra me niego a que me entrevisten. Si me diesen la oportunidad lo haría a través de e-mail. Porque soy escritora, no oradora. Y los periodistas obtendrían mucho más si me permitiesen tiempo para pensar las respuestas.
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