Triunfo Arciniegas
Debajo de las estrellas
17 de agosto de 2019
Estoy revisando las pruebas de un libro de cuentos para la colección Debajo de las estrellas de Eafit, la universidad paisa, una selección de 35 textos: ocho cuentos de Mujeres muertas de amor, cuatro de El jardín del unicornio y otros lugares para hombres solos y 23 minicuentos de Noticias de la niebla. Cuentos es su título y se lanzará en la Fiesta del Libro de Medellín el próximo mes. Tal vez viaje.
Después de La última lágrima, La gallina y el monstruo y Dulce animal de compañía, Cuentos es mi cuarto título del año de gracia de 2019. Nada mal.
Después de La última lágrima, La gallina y el monstruo y Dulce animal de compañía, Cuentos es mi cuarto título del año de gracia de 2019. Nada mal.
Aprovechando el impulso, he decido volver a trabajar Mujeres muertas de amor, que ganó el Premio Nacional de Cuento Jorge Gaitán Durán en 2007. Por cuestión de paginaje, apenas se publicaron nueve de los catorce cuentos en la edición del premio. En el 2014, Palabras Rodantes hizo una edición de diez mil ejemplares de una parte de este libro, Cinco muertas de amor. Tampoco alcanzó la tierra para todas las muertas.
He tratado de precisar la geografía. Quiero hacerle ver al lector, de alguna manera, dónde sucede cada historia: Pamplona, San José, Málaga y Sacramento son las ciudades mas mencionadas de mis ficciones. Hay lugares intermedios, sitios de paso, como El Diamante, Doña Juana, Berlín y La Lejía. Medellín, Cartagena y Bogotá son nombradas como ciudades muy distantes, casi siempre porque, por ejemplo, "El profesor de literatura" es narrado por una mujer desde Bogotá. Hace años el bar de Osiris era un bar móvil. Los personajes acudían allí no importa donde sucediera la historia, pero la idea ahora me parece disparatada. Así que el bar de Osiris definitivamente se queda en Pamplona y los fuereños tendrán que beber en otros bares. Petrona Sanguino, La Malquerida, sigue y seguirá en Pamplona, cerca de la estación del tren con todas sus putas. Hace años le inventé a Pamplona estación y aeropuerto. Tiene periódico propio, El Norteño, y una emisora, Voces del Páramo. Hay otros periódicos, El Pregón, de Sacramento, y El Diario de la Frontera, de San José. Bucaramanga figura en mis ficciones como Sacramento, y Cúcuta, como San José. A la capital norteña quería volverla un puerto, además de frontera, pero me resultó difícil arrastrar el mar hasta este punto. Sin mencionarla, allí sucede "Altagracia", el cuento que abre el libro. Fue escrito en Caracas en 2004 y algo tiene de San Cristóbal, la única ciudad venezolana donde he vivido, pero definitivamente su geografía corresponde a San José de Cúcuta. Atalaya, los parques y la brisa son cucuteños.
Hay cuentos que se tocan, que se enriquecen mutuamente. Aunque suceden en distintas ciudades, "Astilla" y "Cuando papá" se fue de casa, comparten un personaje, Humberto, que no aparece en carne y hueso pero que resulta fundamental en ambas historias. Lo mismo sucede con "Hotel Victoria" y un cuento que por desdicha no se incluye en esta selección, "En la hamaca". Este último explica una historia siniestra que el lector ni siquiera sospecha en el primero. Hay personajes que aparecen al fondo, en una y otra página: Petrona Sanguino, Osiris, el doctor Malaver. También recorren, en segundo plano, las páginas de Dulce animal de compañía, mi novela recién publicada.
"Pequeños cadáveres" y "Cuerpo de viejo", dos antiguos cuentos, fueron absorbidos por Dulce animal de compañía y desaparecieron como tales. "Pequeños cadáveres" apareció nada más en la primera edición de doscientos ejemplares mimeografiados (1982), El cadáver del sol, que tuvo una edición más digna dos años más tarde, en Sociedad de la Imaginación, también llamada Puesto de Combate. "Cuerpo de viejo" no aparece en ninguna de las dos ediciones sino en la tercera, que tiene otro nombre, El jardín del unicornio y otros lugares para hombres solos (Panamericana 2002), y no se incluirá en ninguna futura edición.
Con los textos breves o minicuentos de Noticias de la niebla, que en otros tiempos se tituló En concierto, pasa algo semejante, pero sería desesperante precisar los cambios.
Me he pasado la vida reescribiendo estas historias, como un remolino, como un perro que se persigue la cola. Dice Graham Greene en El fin de la aventura: "Nada en la vida parece tener un término". Aunque la frase contraria también funciona, como el vaso medio lleno que otros ven medio vacío: "todo se acaba en la vida". Conviene aferrarnos a la primera y decir, como Green en la sentencia que abre su memorable novela: "Una historia no tiene comienzo ni fin".
Hay cuentos que se tocan, que se enriquecen mutuamente. Aunque suceden en distintas ciudades, "Astilla" y "Cuando papá" se fue de casa, comparten un personaje, Humberto, que no aparece en carne y hueso pero que resulta fundamental en ambas historias. Lo mismo sucede con "Hotel Victoria" y un cuento que por desdicha no se incluye en esta selección, "En la hamaca". Este último explica una historia siniestra que el lector ni siquiera sospecha en el primero. Hay personajes que aparecen al fondo, en una y otra página: Petrona Sanguino, Osiris, el doctor Malaver. También recorren, en segundo plano, las páginas de Dulce animal de compañía, mi novela recién publicada.
"Pequeños cadáveres" y "Cuerpo de viejo", dos antiguos cuentos, fueron absorbidos por Dulce animal de compañía y desaparecieron como tales. "Pequeños cadáveres" apareció nada más en la primera edición de doscientos ejemplares mimeografiados (1982), El cadáver del sol, que tuvo una edición más digna dos años más tarde, en Sociedad de la Imaginación, también llamada Puesto de Combate. "Cuerpo de viejo" no aparece en ninguna de las dos ediciones sino en la tercera, que tiene otro nombre, El jardín del unicornio y otros lugares para hombres solos (Panamericana 2002), y no se incluirá en ninguna futura edición.
Con los textos breves o minicuentos de Noticias de la niebla, que en otros tiempos se tituló En concierto, pasa algo semejante, pero sería desesperante precisar los cambios.
Me he pasado la vida reescribiendo estas historias, como un remolino, como un perro que se persigue la cola. Dice Graham Greene en El fin de la aventura: "Nada en la vida parece tener un término". Aunque la frase contraria también funciona, como el vaso medio lleno que otros ven medio vacío: "todo se acaba en la vida". Conviene aferrarnos a la primera y decir, como Green en la sentencia que abre su memorable novela: "Una historia no tiene comienzo ni fin".
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