Sof Oksanen |
Sofi Oksanen
ESTONIA
Estonia fue ocupada tres veces seguidas antes de poder conseguir su independencia de forma definitiva. Finlandia mantuvo su soberanía durante un período algo más largo. Esto influyó en el reflejo de nuestra memoria nacional en la literatura y en el relato de nuestra historia reciente. Ambas literaturas contribuyen a formar una plataforma en una época en que las situaciones políticas imposibilitan cualquier discusión pública estructurada. La literatura resulta esencial para una nación.
Tres de mis novelas ["Las vacas de Stalin", "Purga", y "Cuando las palomas cayeron del cielo"] tratan de la historia estonia reciente y del período de la ocupación. Suelen preguntarme a menudo si son antisoviéticas mis novelas. Pero esta expresión se vincula al pasado y a todo lo que prohibían decir o hacer al vecino ruso. En Finlandia durante el período de "finlandización" la censura recayó muy a menudo sobre las editoriales, la publicación de novelas o de películas críticas hacia Rusia. Se llegó incluso a enseñar cosas falsas en las escuelas. A los niños se les decía que la colectivización de la tierras había sido voluntaria, que la revolución de Praga fue causa de una minoría contrarrevolucionaria, que el socialismo era un sistema que funcionaba bien, y que "el Ejército Rojo había liberado a los Balcanes de la ocupación alemana". Todo era falso, pero nosotros pensábamos que era cierto.
Durante mi infancia, usaba las mismas expresiones que los estonios con respecto a los campos, las deportaciones y demás operaciones de represión: "se fue al bosque", "ha vuelto", "no ha vuelto", "se lo han llevado a Siberia", "lo han detenido". Las personas de mi edad oyeron hablar de Estonia por primera vez cuando estudiábamos los idiomas de origen finlandés.
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