viernes, 15 de diciembre de 2017

Triunfo Arciniegas / Diario / Zorras

Andrea de Manzanares
Dulce de leche


"Tan solo una o dos zorras me pertenecen. 
Lo demás es Esopo."
T.A.

Me ha dado por reescribir a Esopo. En más o menos tres meses reuní veintidós zorras y armé La zorra de Esopo. Al final escribí un texto para curarme salud y evitar que algún estúpido me acuse de plagio. 



Triunfo Arciniegas
BIOGRAFÍA
ZORRAS
Cuatrovientos, 14 de diciembre de 2014



LA ZORRA DE ESOPO

EPÍLOGO


Esopo, un esclavo griego del siglo VII antes de Cristo, era cojo, jorobado, tartamudo y ladrón. Se dice que lo arrojaron a un abismo por robarse un cáliz de oro del templo de Delfos.
Los dioses, tan crueles con su cuerpo, le concedieron la mente prodigiosa que le permitió crear sus inmortales fábulas. Fedro, La Fontaine, Samaniego y otros grandes bebieron de estas aguas.
Desde niños hemos leído aquí y allá estas fábulas, a menudo mal escritas y rematadas por una moraleja sin duda deslumbrante pero que poco importa en la dinámica de nuestra literatura. Si bien la pedagogía las mantuvo con vida, es hora de que se encargue de otros asuntos. Precisamos del regocijo puro de las fábulas.
Cómo será de grande que, a pesar de sus escribidores y el huracán de los siglos, Esopo sigue ahí, sabio y eterno. Homero, otro griego genial, ciego, para más señas, cantó a los dioses y los héroes, describió batallas y ciudades, odiseas y venganzas, en fin, grandes y trascendentales asuntos. Los personajes de Homero aspiran a la inmortalidad. Esopo, en  cierta manera, prefirió las miserias de la vida. Sus personajes, que no son otra cosa que retratos de nosotros mismos, apenas sobreviven. Pero el ciego y el tartamudo ruedan de mano en mano como  una sola moneda.
En el mundo de Esopo los animales hablan pero no conversan. Les concedí este placer, miel y veneno al mismo tiempo, a pesar de la brevedad de los textos. Por lo demás, la vida sigue tal cual, salvaje e incierta.
Me he dado a la tarea de volver a escribir las fábulas que Esopo le dedicó a la zorra. En algunos casos me he limitado a precisar unas frases, apartando la hojarasca para dejar al sol el limpio hueso de la emoción, y en otros no he resistido la tentación de retorcer la historia. Tan solo una o dos zorras me pertenecen. Lo demás es Esopo.
La verdad sea dicha, me conmueve la zorra. Me intriga, me apasiona. Mentirosa, tramposa, traicionera, terca y tenaz, siglo tras siglo ha sobrevivido.
Nos va a sobrevivir.

Triunfo Arciniegas

Cuatrovientos, 2017


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