Andrea de Manzanares Dulce de leche |
"Tan solo una o dos zorras me pertenecen.
Lo demás es Esopo."
T.A.
Me ha dado por reescribir a Esopo. En más o menos tres meses reuní veintidós zorras y armé La zorra de Esopo. Al final escribí un texto para curarme salud y evitar que algún estúpido me acuse de plagio.
BIOGRAFÍA
ZORRAS
Cuatrovientos, 14 de diciembre de 2014
LA ZORRA DE ESOPO
EPÍLOGO
Esopo, un esclavo griego
del siglo VII antes de Cristo, era cojo, jorobado, tartamudo y ladrón. Se dice
que lo arrojaron a un abismo por robarse un cáliz de oro del templo de Delfos.
Los dioses, tan crueles con
su cuerpo, le concedieron la mente prodigiosa que le permitió crear sus inmortales
fábulas. Fedro, La Fontaine, Samaniego y otros grandes bebieron de estas aguas.
Desde niños hemos leído
aquí y allá estas fábulas, a menudo mal escritas y rematadas por una moraleja
sin duda deslumbrante pero que poco importa en la dinámica de nuestra
literatura. Si bien la pedagogía las mantuvo con vida, es hora de que se
encargue de otros asuntos. Precisamos del regocijo puro de las fábulas.
Cómo será de grande que, a
pesar de sus escribidores y el huracán de los siglos, Esopo sigue ahí, sabio y
eterno. Homero, otro griego genial, ciego, para más señas, cantó a los dioses y
los héroes, describió batallas y ciudades, odiseas y venganzas, en fin, grandes
y trascendentales asuntos. Los personajes de Homero aspiran a la inmortalidad. Esopo,
en cierta manera, prefirió las miserias
de la vida. Sus personajes, que no son otra cosa que retratos de nosotros
mismos, apenas sobreviven. Pero el ciego y el tartamudo ruedan de mano en mano
como una sola moneda.
En el mundo de Esopo los
animales hablan pero no conversan. Les concedí este placer, miel y veneno al
mismo tiempo, a pesar de la brevedad de los textos. Por lo demás, la vida sigue
tal cual, salvaje e incierta.
Me he dado a la tarea de
volver a escribir las fábulas que Esopo le dedicó a la zorra. En algunos casos
me he limitado a precisar unas frases, apartando la hojarasca para dejar al sol
el limpio hueso de la emoción, y en otros no he resistido la tentación de
retorcer la historia. Tan solo una o dos zorras me pertenecen. Lo demás es
Esopo.
La verdad sea dicha, me
conmueve la zorra. Me intriga, me apasiona. Mentirosa, tramposa, traicionera,
terca y tenaz, siglo tras siglo ha sobrevivido.
Nos va a sobrevivir.
Triunfo Arciniegas
Cuatrovientos, 2017
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