Ruido Rene Almanza Tinta china, 26x36 cm |
Triunfo Arciniegas
24 de noviembre de 2017
Navidad
Estaba pintando en la sala de mi casa cuando el tipo entró al barrio con el estruendo de un poderoso equipo de sonido. Vi por la ventana que la camioneta no era gran cosa, pero el equipo, un imponente armatoste, ocupaba toda la parte trasera. Lo supe porque entró en reversa y se estacionó muy cerca de mi casa, con la puerta trasera abierta. ¿Dónde guardan la caja las herramientas, el gato, la llanta de repuesto?
Estos tipos se ven en todas las ciudades, aturdidos por el ruido y felices de llamar la atención, recorriendo las calles con su sonora estupidez. No tienen derecho a atormentar los oídos ajenos, y lo digo no sólo por el volumen sino por la porquería de gusto musical que exhiben. ¿Qué otro gusto puede esperarse de personajes tan ordinarios, exhibicionistas y prepotentes? El equipo de sonido tal vez valga más que el mismo carro y su único fin es el lucimiento.
La puerta y las ventanas de mi casa se estremecieron. Salí a la calle y fui a buscar al hombre. Le dije que le bajara al sonido, que no fuera tan desconsiderado. Apenas se sonrió. "No sea tan hijueputa", le dije.
Así empezó la Navidad.
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