MEL GIBSON Y LAS ARMAS
𝗨𝗡 𝗖𝗔𝗦𝗢 𝗧𝗥𝗜𝗦𝗧𝗘
Como la mayoría de ustedes deben haber notado, el famoso actor Mel Gibson, es uno de los principales (y escasos) lamebotas que tiene Trump en Hollywood.
Recientemente, Trump lo nombró, junto con otros dos lamebotas más (Sylvester Stallone, que ha llamado a Trump "un segundo George Washington", y Jon Voight, que dice que Trump es "un Abraham Lincoln moderno") para que fueran sus "embajadores especiales en un lugar grandioso pero muy problemático; Hollywood, California".
Pero Mel Gibson es un personaje bastante parecido a los personajes de sus películas y ha tenido encuentros con la justicia en más de una ocasión; una de ellas por golpear a su novia, por lo que fue condenado, entre otras cosas, a perder su derecho a comprar y poseer armas de fuego desde 2011, cuando sucedió el incidente.
Pero con la llegada de Trump al poder por segunda vez y su creciente amistad con el presidente, Gibson sintió que era el momento para solicitar que le devolvieron su derecho a portar armas.
Con este fin, hizo que sus abogados enviaran una carta al Departamento de Justicia solicitando que le fuera reintegrado dicho derecho.
La carta fue a parar a manos de Liz Oyer, abogada de indultos del Departamento de Justicia, junto con múltiples otra solicitudes que ella recibe habitualmente. Después de estudiar el caso de Gibson y ver sus otras interacciones con la justicia, Oyer determinó denegar la solicitud, estimando que no era bueno que un hombre iracundo como el actor estuviera en posesión de armas de fuego.
La Sra Oyer envió a la oficina del fiscal general adjunto, Todd Blanche, un borrador de 95 personas que ella consideraba que reunían las condiciones para que se les devolviera su derecho a portar armas, pero que no incluía a Mel Gibson.
Blanche redujo los 95 a solo 9 y le pidió que hiciera la recomendación definitiva para esos 9 casos e incluyera a Mel Gibson.
La Sra Oyer argumentó que "devolver las armas a los maltratadores domésticos es un asunto serio que, en mi opinión, no es algo que pueda recomendar a la ligera, porque hay consecuencias reales que se derivan de que personas con antecedentes de violencia doméstica estén en posesión de armas de fuego".
Varias horas después, recibió una llamada de un alto funcionario del Departamento de Justicia en la oficina de Blanche.
El funcionario le preguntó: "¿Su puesto es flexible?"
"No lo es", respondió ella.
"Luego me explicó básicamente que Mel Gibson tiene una relación personal con el presidente Trump y que eso debería ser base suficiente para que yo haga una recomendación y que sería prudente hacerla", dijo.
Su tono durante la conversación pasó de amistoso a condescendiente y finalmente a intimidatorio, dijo la Sra. Oyer. En respuesta, ella le dijo que “pensaría si había alguna manera de resolver el problema”.
Finalmente, después de pasar una noche y un día pensando en el asunto, llegó a la conclusión de que la posición en la que se encontraba la obligaría a comprometer sus firmes opiniones y ética, y probablemente perdería su capacidad de participar en las conversaciones en el futuro.
Oyer escribió otro borrador de memorando a la oficina del fiscal general, intentando presentar el asunto de una manera más informativa, diciendo que no conocía suficientes detalles del caso Gibson y que, en última instancia, la decisión era de la Fiscal General. Una vez más, no recomendó que Gibson recuperara su derecho a poseer armas.
Horas más tarde, estaba sentada en una reunión no relacionada cuando recibió una llamada urgente de un miembro de su personal, diciéndole que tenía que regresar a su oficina de inmediato.
Cuando llegó, dos agentes de seguridad del edificio la estaban esperando para entregarle una carta del señor Blanche en la que la despedía. La observaron mientras guardaba algunas de sus pertenencias en cajas y la escoltaron fuera del edificio.
Final anticipado de una carrera brillante, solo por tener una opinión diferente que la del señor presidente (que pudo haber indultado a Mel Gibson sin contar con ella, pero no lo hizo).
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