miércoles, 2 de octubre de 2024

Un libro / Intermezzo, de Sally Rooney

 

GOTHENBURG 20170929** FILE** Irish writer and novelist Sally Rooney visits the book fair in Gothenburg. Photo: Fredrik Sandberg / TT / kod 10080 (Photo by FREDRIK SANDBERG / TT NEWS AGENCY / TT News Agency via AFP)

Sally Rooney acaba de publicar 'Intermezzo' 

 FREDRIK SANDBERG / AFP


Icono Sally Rooney



Llucis Ramis
29 de septiembre de 2024


Esta semana ha salido Intermezzo, la esperada nueva novela de Sally Rooney. El fenómeno de colas ante las librerías recuerda a las de Harry Potter o las que tiene Joana Marcús en Sant Jordi,con la diferencia de que Rooney es un icono generacional más treintañero. Para quien tuvo treinta hace diecisiete y odiaba que la trataran como una niña incluso cuando lo era, su lectura resulta un poco irritante. Esperarías un puñetazo en el estómago, una voluntad de escandalizar desde el nihilismo, una comedia sarcástica, ironía feroz. Algo, lo que sea, derivado de la dificultad para incorporarse a la edad adulta en un entorno crítico, como hicieron la mordaz Bridget Jones o el destroyer Trainspotting. Sin embargo, es todo tan apaciblemente complaciente según los estándares no normativos, los personajes son tan comprensivos, que no dejas de ver el artefacto.

Muy bien escrito, redundante, innecesariamente explicativo, parece que no se fíe de la capacidad interpretativa del lector. No le permite ­sacar sus propias conclusiones, lo infantiliza. Evitaré etiquetas que denigran a la izquierda, tipo woke, buenismo, superioridad moral o políticamente correcto. Pero rehúye el dilema, los conflictos se resuelven de manera feliz para todos. Los per­sonajes, tremendamente autoconscientes, se sobreanalizan sin parar, lo cual estaría bien si eso derivara en un delirio narcisista o una desesperación loca.

‘Intermezzo’ rehúye el dilema, los conflictos se resuelven de manera feliz para todos

Pero no hay pasión ni enajenación, ni una contención asfixiante. Tampoco humor. Si uno de ellos tiene tics egoístas, por ejemplo, es capaz de detectarlos, reconocerlos y apaciguarlos. Nada se les va de las manos. Y si pierden el control, lo recuperan con un saludable equilibrio emocional.

Lo extraordinario de la literatura es que sacude, permite explorar aspectos en los que no te atreves a ahondar por ser extremos, dolorosos, vergonzosos, insoportables. Te enseña eso que te resistes a mirar, da herramientas para entender el mundo. Al leer Intermezzo, me preguntaba si lo que busca no es más que la identificación del lector; parece que Rooney quiera gustarle, demostrarle que le comprende y acompaña, “estoy contigo, todo irá bien”. También me preguntaba si su éxito es un reflejo de cómo se ven a sí mismos los jóvenes, si son tan literalistas, auto­indulgentes y les basta con que les consuelen.


LA VANGUARDIA



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