Salman Rushdie
SOBRE LA HUMILLACIÓN
Alguien -me imagino que un médico- estaba diciendo: “Levántenle las piernas. Hay que hacer que la sangre fluya hacia el corazón”. Y noté unos brazos que me ponían las piernas en alto. Me encontraba en el suelo con la ropa hecha jirones y las piernas apuntando al cielo. Como el rey Lear, no estaba “en plenas facultades mentales”, pero sí lo bastante consciente para sentirme… humillado.
En meses sucesivos habría muchas ocasiones más, por el lado de la anatomía. Cuando las heridas son graves, la privacidad del cuerpo queda aparcada, uno pierde la autonomía sobre su yo físico, sobre el barco en que navega. Y uno lo permite porque no le queda otra alternativa. Uno entrega la capitanía del barco para que no se vaya a pique. Uno permite que otras personas hagan lo que les plazca con el cuerpo de uno -hurgar. drenar, inyectar, coser, inspeccionar la desnudez del paciente- para manténerlo con vida.
Salman Rushdie
Cuchillo
Random House, Bogotá, 2024, p. 31
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