miércoles, 22 de junio de 2022

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Triunfo Arciniegas
ÚLTIMAS LECTURAS
22 de junio de 2022

De los once títulos, dos son relecturas: Los griegos y Hotel Iris. De los otros, volveré a leer Persépolis, El infinito en un junco y A propósito de nada. Maravillosos libros.

Persépolis es una obra maestra de la novela gráfica. Breves historias conforman cuatro etapas muy bien definidas de su protagonista, Marjane Satrapi, desde la niñez a la adultez, primero en su país natal, Irán, opresivo y terrible, en guerra constante, luego el doloroso exilio en Viena, el regreso a la patria y, al final, un nuevo exilio en París.

Los elogios que se escriban sobre El infinito en un junco siempre serán pocos. Se trata de un libro destinado a quedarse. Irene Vallejo, aparte de sabia, es una narradora prodigiosa. Los buenos libros siempre conducen a otros. La magnífica obra de Irene Vallejo me llevó a los griegos y al más famoso de los guerreros de la antigüedad, Alejandro Magno.

Una lectura aplazada por la pandemia. A las memorias de Woody Allen, A propósito de nada, les tenía hambre. Era el título que más interesaba cuando viajé a la FILBO. Y no me ha defraudado. Divertido como pocos. La filmografía de Woody Allen es inmensa y muy conocida. El cineasta nos habla de su formación como escritor de chistes para otros, de sus guiones, de los tantos actores que ha dirigido, de sus amores y, por supuesto, del escándalo que le armó Mía Farrow.

No volveré a leer Mudanza ni Manglares. Alejandro Zambra (Mudanza) y Tomás González (Manglares) no son poetas, y les va mucho mejor como narradores. Magníficos narradores, de hecho. Lean Bonsái y La luz difícil, por favor.

Lo que fue presente, los diarios de Héctor Abad, es de lejos el libro más difícil de leer. Bueno pero demasiado crudo y desolado. Hay páginas excelentes, por supuesto, pero no lo recomiendo. Mejor vuelvan a su obra maestra, El olvido que seremos.

Como diario es mucho mejor Corea, apuntes desde la cuerda floja, de Andrés Felipe Solano. Sobrio, equilibrado, impecable. Recomiendo su lectura de manera absoluta. Tanto como la novela de Octavio Escobar Giraldo, Cada oscura tumba, dedicada a los falsos positivos, una obra sobria y bien escrita. Un narrador nato.

Sé que leeré por tercera vez la novela de Yoko Ogawa, Hotel Iris, el más perverso de estos once títulos. Hay obras que tocan fibras profundas. Hay libros a los que uno siempre regresa a través de los años.

Posdata: los títulos no son once sino doce. Debo agregar a la lista Aforismos en el laberinto, de Max Aub. Una cita, que viene como anillo al dedo para estos días en Colombia: “No hay nada más cruel que el optimismo ni nada que lleve a hacer mayores barbaridades que la fe”. (Edhasa, Barcelona, 2003, p. 61.)

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