domingo, 12 de junio de 2022

Casa de citas / Socorro Oliveros / Rodolfo

 

Rodolfo Hernández


Socorro Oliveros
RODOLFO

Yo tenía un amigo con el que salía, era un ingeniero, me gustaba mucho, pero no éramos novios. Un día me invitó a un paseo a conocer un trapiche. Llegamos a la finca y era la casa de los papás de Rodolfo. Fuimos a la piscina, pero no tenía agua. Llegamos a un río que estaba cerca y luego terminamos bailando en un sitio, Rodolfo con su amiga y yo con mi amigo. Desde ese día él me empezó a buscar y a hablar.

Empezó a buscarme, a llamarme y me invitó a comer. A mí, al comienzo, no me cayó muy bien porque me parecía grosero. Era mal hablado, así como es hoy, tenía 23, 24 años. Cuando empezamos a charlar, yo le dije que por qué era tan grosero, pero él lo tomaba con diversión, como un juego. Es su forma de ser. Sin embargo, desde que lo conocí lo vi como un hombre demasiado inteligente, visionario y con futuro. Cogía una hoja y me pintaba sus objetivos, las carreteras, las obras que quería construir. Yo les contaba a mis papás, y ellos, al principio, no eran muy gustosos de él, pero terminaron amándolo. Tengo seis hermanos, de ellos tres mujeres. En la época, recuerdo, el comedor era de los sitios especiales en la casa y, cuando Rodolfo llegaba, mi papi se levantaba de su sitio en la mesa y le daba su lugar. Era un signo de mucha admiración.

El impresionante relato de Socorro Oliveros, esposa de Rodolfo Hernández, sobre la desaparición de su hija






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