MATADERO
Enero de 1991
No escasean los cadáveres para las tres facultades de Medicina de Medellín. Hay jóvenes asesinados que nadie se atreve a reclamar para que no los asocien con ellos, y viejos muertos que nadie se acuerda de reclamar para no tener que pagar el entierro. Así, las clases de Anatomía están aseguradas. Sólo que el día del examen los estudiantes ruegan: “¡Dios mío, Dios mío, que me toque un sicario!”. Se sabe, tienen los músculos más desarrollados, las venas y arterias más marcadas, los tendones más sanos, y sin las atrofias de la vejez todo se distingue mejor. El examen, en el cuerpo de un viejo, es dificilísimo. Para suerte de los estudiantes, sobran los cadáveres de jóvenes muertos, en Medellín. Sicarios jóvenes, víctimas jóvenes de los sicarios. Mi ciudad miradero.
Héctor Abad Faciolince
Lo que fue presente
(Diarios 1985-2006)
Alfaguara, Bogotá, 2019, p. 153
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