Susana Oliveros |
Socorro Oliveros
RODOLFO Y EL CABALLO
SEMANA: ¿Y cómo así que él le regaló un caballo?
Socorro Oliveros: Sí, porque nos ennoviamos. Él hizo una carretera en Santander y el día que la inauguró le regalaron un caballo. Él tenía una yegua, y el caballo me lo regaló. Le cuento que él me conquistó más que todo por el caballo porque yo tenía como 18 años y sentí que ese animalito nos unió mucho. Yo empecé a ir a la casa finca de su familia todos los fines de semana a ver el regalo, a limpiarlo y montarlo.
SEMANA: Era la excusa perfecta para ver al ingeniero mono y de ojos claros…
Socorro Oliveros: Sí, claro, empezamos a salir, éramos afines en muchas cosas. No duramos ni un año de novios. Es más, a mí me tumbó el caballo y me fregó la rodilla (risas). Un día, Rodolfo, al verme con las muletas y al escuchar que mi padre le decía “casi me mata mi hija”, me afirmó: “Sabe qué, casémonos”. Lo hizo como para arreglar el lío de la tumbada del animal. Casi me caso con muletas.
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