Jorge Semprún
FEDERICO GARCÍA LORCA
José Méndez
Madrid, 3 de abril de 1990
Las imágenes de la muerte que pudiera tener Federico García Lorca, "la muerte como reflexión en la vida" y la "esterilidad como imagen de la muerte", dieron ocasión a Jorge Semprún para realizar una cierta disgresión sobre la homosexualidad, "de la que es imposible no hablar en Federico, ni dejar de reconocer en algunos de nuestros más grandes poetas"."Es hora de que la homosexualidad se asuma en una sociedad democrática sin rechinar machista de dientes", afirmó, para realizar después diversas ejemplificaciones sociológicas.
Casa de citas
"Recuerdo que en una de nuestras frecuentes conversaciones, Dionisio Ridruejo me contó que, en una cena oficial a la que asistió siendo aún militante de Falange, un general le gritaba a otro desde su mesa: ¡Fulano! ¿Cómo se llamaba aquel maricón que fusilamos en Granada?", explicó Semprún.
La anécdota, con ser terrorífica, dio paso a otra más cercana; un libro publicado en los años setenta por la editorial Anagrama, que contenía entrevistas con líderes políticos de aquellos días. En ellas, leídas literalmente por Semprún, los líderes de la Organización Comunista de España el Partido de los Trabajadores (el de entonces) y algún otro partido de izquierda radical, condenaban sin paliativos la homosexualidad como una perversión, una desviación producto de la sociedad capitalista, e incluso proponían como deseable que se tomaran medidas contra ella.
Pásmense, pareció querer decir Semprún: el mismo Tierno Galván hablaba de "personas que han desviado sus instintos". Semprún concluyó el capítulo de citas increíbles solicitando a su audiencia autorización "para una brizna de demagogia". Se trataba de leer la respuesta dada por Felipe González, "cuando aún era marxista; no se había renunciado aún al marxismo". González hablaba de una forma de sexualidad, de una libre elección. Una respuesta normal sobre algo no es una licencia sólo poética.
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