Federico García Lorca |
Pobre Lorca
JUAN CRUZ
22 de junio de 1995
Pobre Lorca.Un día llamó a Vicente Aleixandre:
-Vicente, quiero leerte una obra de teatro.
-Magnífico, le respondió el reclinado de Velingtonia.
-¿Estás solo?, inquirió Federico.
-No, está aquí Miguel Hernández.
-Pues que se vaya, que es muy triste.
Era muy triste y se quedaba callado todo el rato, y Federico necesitaba risas, palabras y ruido. Pero no se fue; Aleixandre no le podía decir que se fuera, ni aunque se lo pidiera Federico.
-Y fue una lástima muy dolorosa porque ya no vi más a Federico: lo mataron enseguida en Granada.
Y a Miguel lo mataron de tristeza, otra forma de fusil que inventó la intolerancia: un reloj que precisamente le regaló Aleixandre le delató pasando a Portugal, y luego vivió en la cárcel la infinita pena de la lejanía, el peor exilio entre todos los destierros.
Lo cuenta en Salamanca, a media tarde, el investigador italiano Gabriele Morelli, estudioso de Lorca, de Neruda, de Aleixandre. Descubrió hace poco en Sevilla, en casa del poeta Jacobo Cortines, que cuando Lorca habla del otoño en que florecen las caracolas -en Llanto por la muerte de Sánchez Mejías- no se refiere a caracolas marinas ni a otros ecos poéticos sino a esas plantas olorosas que hay aún en algunos patios sombreados de la ciudad de Cernuda. El hispanista italiano estaba feliz con su descrubrimiento y se apresuraba a contarlo. (Casi a la misma hora, el 18 de julio, precisamente, una gula salmantina explicaba a un grupo de extranjeros cómo Unamuno se murió de tristeza después de su enfrentamiento sordo con Millán Astray. Ecos terribles de una sin olvido).
Viven, estos hispanistas, reconstruyendo vidas que fueron fértiles y que durante años fueron hurtadas a los españoles que se quedaron aquí o vinieron más tarde al frío implacable de la dictadura. En esa nómina hay tantos... Pero hay uno al que este país debe gratitud porque fue el primero que estableció -para todo el mundo- que, como dice Granell, la derecha -la extrema, la que hizo la guerra contra el poder elegido- no mató a Lorca por casualidad. Ese hombre es lan Gibson, al que ahora han puesto en el aparador xenófobo de los residuos del lugar común. "Muertero irlandés" le han llamado. Terribles epítetos para un hombre generoso. Este cronista le conoció hace años, cuando se mudaba de país, y dejó su equipaje escaso en nuestra casa. Ha vivido traduciendo, cantando, viajando incansablemente por un país derrotado, reconstruyendo -como Morelli, como tantos otros- la memoria tachada de una biografía humana y literaria verdaderamente admirable, la biografía de un poeta cuyo secuestro ya no es posible porque sus versos son memoria de todos. Este hispanista de pelo crespo, vehemente como un español de Irlanda, merece respeto, salud y alegría en el país que él eligió para su corazón y para los suyos.
Morelli estaba también feliz porque en esa pesquisa inacabable que se merece la vida fatalmente inacabada de Lorca había hallado la carta que éste envió a sus padres desde Buenos Aires en 1933:
Queridísimos padres:
Estoy con un enorme deseo de marchar, y desde luego mi marcha será en los primeros días de enero pero tengo antes que dirigir la "Mariana Pineda' y dictar algunas conferencias más por provincias y en Montevideo. 'La zapatera' lleva el mismo camino de 'Bodas de sangre' y constituye un verdadero éxito tal como esté montada. ( ... ) El dinero que tengo no lo puedo girar, porque no se puede girar ni un peso. Veremos a ver si el embajador consigue que me lo pueda llevar sin mermar ninguna. Yo así lo espero, pues de este modo llevaré una preciosa cantidad. Todo el dinero del teatro lo guardo y aquí gasto para vivir el dinero de las conferencias. Estos días he tenido una gran preocupación por vosotros con motivo de la intentona anarquista, pero desde luego estoy contentísimo porque esto demuestra que las derechas no pueden de ninguna manera asaltar a España. Ésta es la opinión de toda la gente que me rodea. Vosotros habréis pasado seguramente malos ratos, pero yo los he pasado peores, porque desde lejos las cosas se agrandan y se oscurecen mucho. Aquí estamos en pleno verano. Las playas están preciosas y yo paso muchas mañanas en ellas con amigos. Para el día de Navidad tengo tantas invitaciones que no sé dónde acudir. Los periódicos siguen hablando y comentando todo lo que tengo. Tengo aquí ya más de veinte sobres atestados y no sé cómo mandar tantos. Os mando con todas las críticas de 'La zapatera', que han sido magníficas. Hoy recorto este de una revista de la radio don de por cierto hay tres páginas de fotos dedicadas a 'La zapatera' .Como véis estoy muy bien. Saludos a todos los amigos, y mil besos de vuestro hijo que tanto os quiere. FEDERICO. (Lo que más siento es no ver a Paquito a mi llegada, pero yo iré a Túnez enseguida. ¿Y Rafael (Martínez Nadel) ¿No sabéis sus señas? Decidle a mamá que me acuerdo muchísimo de ellos)".
Pobre Lorca, en el medio de su ingenuidad, camino del pelotón innumerable de la larga mano negra de los que quisieron matar. País inclemente, calor sudoroso de las venganzas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 22 de julio de 1995
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