Federico García Lorca, 1925 Fotografía de Luis Buñuel |
Vicente Aleixandre
FEDERICO GARCÍA LORCA
Nuestra amistad creció muy pronto, y sobre todo a partir de 1930. Federico venía mucho por Velintonia, a veces solo, a veces con algún amigo, como Cernuda o Manolo Altolaguirre. Recuerdo que alguna vez vino con un joven escultor, Emilio Aladrén, que después de la guerra haría un busto de José Antonio Primo de Rivera. A Federico le gustaba sentarse al piano y tocar y cantar canciones populares -se sabía miles-, o charlar y reír sin parar. Era una fiesta estar con él. A veces había temporadas en que se eclipsaba misteriosamente, pero volvía siempre, y siempre era el mismo.
José Luis Cano / Federico y Cernuda
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